En el pelotón de la resistencia hay quienes, efectivamente, no han cedido a la presión de las cápsulas y tienen en sus hogares cafeteras espresso domésticas, al estilo de las que se encuentran en los bares.
Estas máquinas, muy diferentes a la sencillez de las máquinas de cápsulas, requieren de una limpieza manual habitual, y basta con dominar una serie de principios para tenerla siempre limpia y prevenir la formación de plagas.
Primero, es importante tener presente que los aceites propios del café quedan pegados a la superficie metálica de la máquina, y con el paso del tiempo generan sabores amargos y que tienen también notas de humedad.
Aparte de estos inconvenientes a nivel gastronómico, los propios residuos del café pueden obstruir el suministro de agua, también el sarro, de forma que si no se actúa a menudo sobre estas zonas, quizás se llegue cuando sea demasiado tarde.
En cambio, una limpieza habitual en este pequeño electrodoméstico ayudará a mantenerla siempre más o menos higienizada y al día de estos inconvenientes, mientras se sigue disfrutando de un café de calidad y al gusto en casa.
Según los fabricantes expertos de KitchenAid, por ejemplo, para conseguir los mejores resultados es importante limpiar regularmente, cada 15 días, tanto la cafetera como sus accesorios. Para empezar, es preciso desconectarla de la corriente y dejar que se enfríe si se acaba de usar.
Asimismo, hay que evitar a toda costa usar ingredientes abrasivos o estropajos metálicos, así como no sumergirla jamás en agua o en otros líquidos.
Limpieza manual
En cuanto a la limpieza manual, es necesario limpiarla a fondo después de cada uso, especialmente el cacito donde se coloca el café molido. Según los expertos de Bonka, es necesario enguajarlo con agua caliente y sacar los restos de café.
Cuando esté seco hay que guardarlo separadamente de la cafetera para garantizar que se mantiene seco, no forma mohos y no adopta malos olores.
Aparte, muchas máquinas tienen elementos extraíbles o desmontables, como el depósito de agua o la bandeja sobre la que se coloca la taza. Estos elementos hay que lavarlos frecuentemente (cada dos semanas) con agua y jabón, aclararlos y dejarlos secar antes de volver a ponerlos.
En cuanto al cuerpo exterior de la máquina, la limpieza consiste en repasarlo con un paño húmedo para eliminar las salpicaduras que hayan podido caer en ella. Esto se puede hacer una vez a la semana o cada dos semanas en función de la intensidad de uso de la cocina.
Limpieza automática
Hay máquinas de café automáticas que, aparte de moler el grano, tienen programas de autolimpieza y descalcificación.
En concreto, la descalcificación pasa por programas que suelen ser habituales en este tipo de cafeteras y en el que se usa una solución específica de descalificación, que hay que aplicar con una frecuencia suficiente en función de la dureza del agua del lugar donde se viva.
Este proceso consta normalmente de cuatro fases, y no suele alargarse más de 10 minutos, así que es una buena inversión de tiempo, pero este tiene que completarse íntegramente antes de volver a usar la cafetera nuevamente.Foto | Freepik
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