Cuidado con este hábito: los riesgos de colgar la bayeta sobre el grifo de la cocina

Es un gesto habitual en muchos hogares pero hay que tener cuidado porque puede ser peor de lo que pensamos

Bayeta
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Dejar la bayeta colgada en el grifo después de limpiar es una costumbre muy común en muchas cocinas, pero mucho cuidado con esto: lo que parece una simple práctica cotidiana es en realidad un foco de bacterias y contaminación. Este error puede afectar tanto la higiene del hogar como la salud de quienes lo habitan.

El problema principal es que la humedad y el calor generan el ambiente perfecto para la proliferación de microorganismos. Al estar en contacto con restos de alimentos y mantenerse constantemente húmeda, la bayeta puede convertirse en un caldo de cultivo para bacterias como E. coli y Salmonella, especialmente si se usa para limpiar superficies donde se manipulan alimentos.

Además, colgarla sobre el grifo no permite una correcta ventilación. En lugar de secarse rápidamente, la humedad se concentra en el material, favoreciendo los malos olores y el deterioro prematuro de la tela. Con el tiempo, esto puede hacer que el paño acumule moho y transfiera gérmenes cada vez que se usa para limpiar.

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Evitar la contaminación

Para mantener la bayeta en condiciones higiénicas, lo ideal es enjuagarla bien después de cada uso y colocarla en un área con buena ventilación para que se seque completamente, por ejemplo en el balcón, a pleno sol. Evitar doblarla o dejarla en lugares donde pueda acumular humedad, como sobre el fregadero o el mismo grifo, es clave para prolongar su vida útil.

También se recomienda desinfectarla con frecuencia. Una forma efectiva es sumergirla en agua caliente con vinagre o bicarbonato de sodio, dejándola reposar unos minutos antes de enjuagarla. Otra opción es lavarla en la lavadora a alta temperatura al menos una vez por semana, o cambiarla por una nueva cada semana o dos semanas.

Renovación periódica

De hecho, incluso con una limpieza regular, las bayetas tienen un tiempo de vida útil limitado. Lo ideal es cambiarlas con esta frecuencia, dependiendo del uso. Un paño desgastado pierde su efectividad y puede convertirse en una fuente de contaminación en lugar de una herramienta de limpieza.

Un hábito tan simple como dónde colocar la bayeta puede marcar la diferencia en la higiene de la cocina. Pequeños cambios en la rutina pueden ayudar a evitar la propagación de bacterias y garantizar un ambiente más saludable.

Foto | Freepik

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