Las esponjas para lavar los paltos no han cambiado mucho o nada en las últimas décadas, pese a un increíble desarrollo tecnológico a su alrededor. Y así tiene que ser cuando las cosas funcionan, que no hay que cambiarlas ni un ápice.
No obstante, es importante asegurarse de que los objetos del mundo cotidiano se usan correctamente, y no siempre es así en gadgets tan habituales como la esponja de fregar los platos o salvauñas.
Para empezar, estas esponjas tienen dos caras por un motivo, y no porque sí, y este es porque la parte de la esponja se usa para lavar todo aquello que no esté incrustado: a saber, la vajilla, cubertería y cristalería en general.
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La parte del abrasivo, la que suele ser de color verde y tiene una textura más bien parecida a las lijas, sirve solamente para retirar los restos de comida resistentes, pero tiene sus propias características: una de ellas, que no es absorbente.
Así lo avisan los expertos en droguería y perfumería de Ancar, que han colgado en sus redes sociales un vídeo donde explican que el gesto habitual es colocar el vajillas (nombre con el que los profesionales se refieren al jabón detergente) sobre la parte abrasiva, siendo esto incorrecto.
“Como esta parte de aquí no absorbe, cuando se coloca debajo del grifo, al desagüe va”, avisa el experto ante la menor capacidad de absorción de esta capa, y alerta de que de esta manera se está tirando alrededor del 50% del producto.
En cambio, la manera correcta es aplicarlo en la zona habitualmente amarilla, la de la esponja. Además, esta, cuanto más natural sea, más capacidad de absorción presenta.
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