Una de las joyas gastronómicas de nuestro país es el jamón ibérico. Un producto “artesano” del que ya os habíamos hablado en otras ocasiones, y por el que conocimos su proceso de producción, desde la dehesa hasta el consumidor final, gracias al estupendo artículo que nos escribió mi compañero Pakus que lo vivió de primera mano en Jerez de los Caballeros.
Además de disfrutar nosotros de nuestro jamón ibérico hay quienes ven en determinados países una gran oportunidad de venta y un posible posicionamiento de un producto en mercados todavía sin conquistar, pero tanto con el jamón serrano y mucho más con el jamón ibérico, los españoles todavía estamos poco a poco conquistado América.
La llegada del jamón ibérico a Estados Unidos
Las primeras exportaciones autorizadas de jamón ibérico a Estados Unidos comenzaron en el año 2007, siendo las barreras no arancelarias la principal piedra en el camino debido a las exigentes normas para conseguir la homologación por parte del Departamento de Agricultura del país, lo que en la práctica se traduce en inversiones millonarias.
Además del problema burocrático existen otros escollos para que el jamón ibérico entre con fuerza en USA, ya que nosotros valoramos nuestro jamón ibérico y sabemos que vale lo que cuesta, pero en Estados Unidos, existe una percepción distinta con un desfase entre su elevado precio y la calidad percibida por el estadounidense de a pie, como consecuencia de su desconocimiento del producto, que lo incluye en el mismo lote que los prosciuttos italianos y el jamón serrano, lo que merma su competitividad.
El sueño americano de dos españoles
Si bien, dos avispados empresarios españoles, Sergio Marsal y Manuel Murga, ambos viviendo ahora en Estados Unidos, creyeron que esto podía cambiar, pero en su idea no estaba el de importar el jamón ibérico ya finalizado, sino que se propusieron hacerlo allí, al igual que los europeos plantaron viñas en California.
Así en el año 2014 se creo la empresa Acorn Seekers, una compañía creada por estos dos emprendedores españoles junto con otros inversores que se establecieron en Texas y que ahora se dedica a la producción y comercialización de carne fresca y jamones de cerdos de raza ibérica, después de poner más de tres millones de dólares propios para dar vida a su proyecto.
La idea surgió tras producirse un cambio en la legislación que facilitaba los trámites para introducir animales vivos en Estados Unidos procedentes de Europa, así que Marsal, ex-ejecutivo de marketing en Cataluña y Murga, ingeniero agrícola especialista en la crianza de cerdo ibérico en Sevilla, creyeron que sería buena idea criar cerdo ibérico en las dehesas de Texas, plagadas de robles y bellotas, parecidas a las que tenemos en nuestro país y con su idea se plantaron en Flatonia.
Después de meses de luchas burocráticas, 200 cerdos ibéricos viajaron desde España hasta Texas, pasando un mes en cuarentena, y hoy casi dos años después de ese viaje ya son 2000 los cerdos de los que dispone la granja, con un sacrificio en el mes de mayo de 250 animales y queriendo llegar a un número de 5000 animales en el año 2017.
Acorn Seekers, cuando el cerdo ibérico se instaló en Texas
Acorn Seekers ha tenido una gran acogida entre las autoridades locales, que apoyaron su implantación y trataron de facilitar su expansión, así como por parte de los chefs americanos más influyentes que ya se pelean por las pequeñas cantidades todavía producidas de esta carne de ibérico, alabando su textura y sabor muy diferente a los de los cerdos americanos criados en granjas industriales.
De momento el año pasado ya han registrado el nombre de Ibericus, para demostrar que sus cerdos son ibéricos de pura raza y su intención no es que su carne y jamones lleguen al público en general, sino a un grupo de la población considerada de élite.
Buen alimento, raza pura y dos años de curación son las principales bazas de esta granja de ibérico, que apunta alto considerando que más de 200 millones de dólares ha sido el valor de la venta al por mayor de la totalidad del jamón curado que se vendió en USA en 2014.
Ahora casi, casi lo que les queda es convencer a los estadounidenses que se coman toda la loncha de jamón y no dejen el tocino, llamado por muchos "oliva en las piernas". Ironías del destino, en el país que más grasas saturadas, hidrogenadas y trans se consumen, después le parece raro tomarse la grasa del jamón ibérico.
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