Tengo en mi memoria recuerdos de momentos de mi infancia en los que comenzaba a descubrir el mundo de los restaurantes con mi familia. La mayoría son imágenes, sabores y sensaciones aisladas, perdidas de su contexto, pero que por algún motivo me dejaron su huella. Por ejemplo, la ocasión en que nos sirvieron una ensalada en un recipiente comestible, que para mi tierna edad fue toda una emoción sorprendente. Lo cierto es que podemos hacer cuencos comestibles en casa de una manera muy fácil.
Sé que no crearán la misma sensación que me causó a mí de niña, pero pueden ser un toque original sobre todo si tenemos invitados en casa durante una cena o almuerzo informal en estos días de verano. Sólo necesitamos tortillas de trigo, que podemos hacer caseras usando la receta que nos enseñó mi compañera Unodedos, o sencillamente comprar un paquete de cualquier marca decente.
El proceso es muy sencillo, pero os recomiendo contar con al menos una tortilla más que sirva primero de conejillo de indias. Necesitaremos, además de las tortillas individuales, un poco de aceite, agua, un cuenco de vidrio o de loza que se pueda introducir en el horno, y unas manoplas para evitar quemaduras.
Precalentar el horno a 190ºC grados y colocar una rejilla a media altura. Coger el cuenco, ponerlo boca abajo y engrasarlo un poco con el aceite. Humedecer ligeramente la tortilla por ambos lados, especialmente los bordes, para reblandecerla y que se vuelva bien flexible.
Colocar la tortilla encima del cuenco y presionar con suavidad para darle la forma. Doblar con un poco de maña el borde, creando pequeños pliegues decorativos. Seguro que vosotros tenéis más arte para ello que yo. Introducir en el horno sobre la rejilla y hornear unos 5 minutos, vigilando bien que no se queme. Cuando los bordes estén dorados, sacarlo con cuidado con las manoplas.
Levantar la tortilla del cuenco, que deberá ya tener la forma, pero aún estará algo blanda. Colocar de nuevo sobre la rejilla, ya boca arriba, para que se termine de dorar. Dejar enfriar completamente antes de rellenarla con lo que más nos apetezca.
Las tortillas quedan crujientes y muy ricas, por lo que no sólo aportan originalidad a la mesa sino que seguro que los comensales querrán devorarlas, por lo que puede ser una buena idea disponer un variado de salsas o cremas untables para mojarlas. A los más pequeños les suele encantar poder romper y comerse el "cuenco", incluso si no les hace mucha gracia lo verde que llevan dentro.
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