Parece mentira la de tiempo que paso en torno a las llamas de gas de mi cocina. Bien temprano, nada más salir del baño tras la ducha matinal, comienza un ritual en el que la cocina con fuego es la protagonista y yo su acompañante. Es el día a día de mi cocina.
Aún amodorrado, enciendo un fósforo y me voy despejando viendo como la llama envuelve la base de la cafetera italiana, escuchando como sube el café, mientras de reojo vigilo para que no se me vaya la leche, que caliento a su lado en un cacito.
Tras el desayuno comienza el día de verdad, ya soy persona. Hoy queremos comer una sopa, por lo que casi sin darle tregua a los fogones, pongo una cacerola al fuego, con unos huesos y algunas hortalizas. Quiero que cueza muy despacio, a fuego lento, casi sin borbotones, para que el caldo sea bien transparente, sin necesidad de clarificarlo.
Bajo el fuego al mínimo una vez empieza a cocer, y dejo que los aromas se esparzan por la casa. Huele tan bien que me dan ganas de abrir la puerta de casa, para que todos los vecinos sepan lo bien que vamos a comer hoy.
Preparo otra cazuela para el segundo plato, hoy tenemos un par de solomillos de cerdo con cebolla y vino oloroso, que tanto sabor aporta cuando se cocina a fuego vivo, y mientras preparo todo lo necesario, tomo un poco de fuego con una cerilla usada del fogón del caldo, y en cuanto prende, lo llevo al siguiente quemador, que se enciende y vuelve a producirse la magia.
Voy adelantando las tareas, remuevo aquí y vigilo allá, pruebo y rectifico de sal, añado un poco de esto y de aquello, llamo a mi madre y le pregunto, bajo un fuego y subo el otro, y por fin apago, y dejo reposar para que se asienten los sabores. Recojo y friego y dejo descansando la cocina hasta la cena.
Por la noche, es todo más sencillo, y la llama me sigue acompañando. Hoy tendremos tortillas francesas, así que calentamos la sartén a fuego medio mientras batimos los huevos, y empezamos a cuajar una detrás de otra. Y ya hasta mañana.
Por fin, damos descanso a la cocina de gas, tras un fregado de la base y los quemadores, y dejamos todo listo para la siguiente jornada. Dejo unos garbanzos en remojo, que mañana quiero hacer un cocido, pero eso ya será otra historia, porque el día a día de mi cocina, por hoy ha terminado.
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