El microondas tardó un poco más en asentarse en Europa pero ya es raro el hogar que no tenga uno. Superados los falsos mitos sobre supuestos riesgos para la salud, no habíamos prestado tanta atención a su impacto medioambiental. Un reciente estudio indica que en la Unión Europea los microondas pueden ser tan contaminantes como 6,8 millones de coches cada año.
La investigación realizada por la Universidad de Manchester y publicada en la revista Science of The Total Environment se ha centrado en examinar el ciclo de vida completo de un microondas, desde su fabricación hasta su desecho, analizando 12 factores ambientales diferentes para estimar el impacto total que estos aparatos tienen sobre el medio ambiente. Y parece que no vamos por buen camino.
Microondas: altas emisiones de CO2, gasto energético excesivo y vida útil cada vez más corta
Los investigadores, entre los que se encuentran los españoles Alejandro Gallego-Schmid y Joan Manuel F. Mendoza, concluyen que hay tres puntos clave en la contaminación que producen los microondas en Europa: las emisiones de dióxido de carbono producidas, el consumo de electricidad y la gran cantidad de aparatos que se desechan cada año por culpa de la corta vida de los nuevos electrodomésticos.
Según este estudio, los microondas usados en los países de la UE cada año emiten unas 7,7 toneladas de CO2, el equivalente a las emisiones de 6,8 millones de coches en el mismo periodo. Sin embargo, parecen más preocupantes las cifras de gasto energético durante todo su ciclo: se estima que todos los aparatos europeos consumen unos 9,4 teravatios por hora cada año, la misma electricidad generada por tres grandes plantas de gas.
Suponiendo que un microondas corriente tiene una vida de ocho años en uso doméstico, habrá consumido 573 kilovatios por hora, el mismo gasto que produciría una bombilla LED de 7 vatios encendida durante nueve años seguidos, sin apagarla nunca.
Otro gran problema es que los electrodomésticos, especialmente de gama media y baja, cada vez duran menos. Ya sea por la obsolescencia programada o porque preferimos renovarlos antes, los microondas terminan muy pronto en la basura. Es algo que cualquiera hemos podido comprobar: el primer microondas que compraron mis padres hace veinte años sigue funcionando igual de bien; el de la casa de vacaciones aguantó cinco años.
¿Hay solución ante este panorama? Como indican los propios investigadores, hay que ser conscientes del problema y actuar en consecuencia. En primer lugar, habría que aplicar nuevas normativas en torno a la fabricación y diseño de los nuevos aparatos para que su producción y uso generen un menor impacto, y también es importante educar o informar mejor a la población.
Gran parte del gasto energético de una vivienda y de su efecto contaminante deriva de un mal uso de los aparatos de casa. Hay que aprender a usar correctamente el microondas, ajustando la potencia y los tiempos a cada alimento o preparación, aprovechando los programas específicos de cada modelo, en su caso.
Quizá también es el momento de replantearnos si nos hemos vuelto demasiado perezosos recurriendo al microondas para cualquier cosa. A veces sí puede suponer un ahorro frente a otros aparatos -por ejemplo, el horno gasta mucha energía y tarda más en calentarse-, pero es esencial saber usarlo bien para que sea eficiente.
Y, por supuesto, hay que elegir bien el modelo que necesitamos para que dure con nosotros el máximo tiempo posible. La gestión de los residuos de aparatos eléctricos de consumo es otra de nuestras grandes asignaturas pendientes, que esperemos que todos los agentes implicados se empiecen a tomar verdaderamente en serio.
Más información | The University of Manchester
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