La FAO es la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Es decir, es una organización supranacional (que está formada por países y funciona bajo el amparo de la ONU). Su función principal es conducir las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre.
Para desarrollar esa función de erradicar el hambre debe actuar como un foro neutral donde países en desarrollo y desarrollados negocien los distintos acuerdos a llevar a cabo. De esta forma la FAO ayuda a los países en desarrollo y a los países en transición a modernizar y mejorar sus actividades agrícolas, forestales y pesqueras, con el fin de asegurar una buena nutrición para todos.
Para poder realizar su cometido la FAO tiene una sede central en Roma y además tiene oficinas Regionales, para África, Asia y el Pacífico, América Latina y el Caribe, el Cercano Oriente y Europa. Oficinas Subregionales, para el África Austral y Oriental y Occidental y Central, las Islas del Pacífico, el Caribe, África del Norte y Europa Central y Oriental y setenta y ocho representaciones en los países miembros.
Una de las funciones principales de la FAO es la de someter a los Estados Miembros convenciones y acuerdos sobre cuestiones relativas a la alimentación y la agricultura. En la práctica es muy importante porque los Estados Miembros cuando aprueban estas resoluciones se obligan en su acatamiento.
En concreto podemos definir como cuatro los objetivos principales de la FAO. La primera es la de ofrecer información tanto a personas individuales como organismos internacionales, nacionales y países miembros. Los conocimientos son tan diversos como agricultura, pesca, ganadería, nutrición, economía, etc.
La segunda es compartir conocimientos especializados en materia de políticas. Principalmente ayudando en la elaboración de políticas nacionales agrícolas.
Es un foro de debate y encuentro de los países. Y todos los conocimientos que nacen en el seno de la FAO son llevados al mundo rural. La FAO moviliza y administra millones de dólares proporcionados por los países industrializados, los bancos de desarrollo y otras fuentes, a fin de garantizar que los proyectos cumplan su propósito.
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