He dejado pasar un tiempo prudencial tras el éxtasis galletero navideño antes de ponerme otra vez manos a la masa. El frío de estos días parecía la ocasión ideal, así que una tarde quise improvisar un poco y no tenía ni ganas de acelerar el proceso de atemperar la mantequilla. El resultado fueron estas galletas fáciles de aceite con avellanas a las que no me pude resistir añadir un buen toque de limón.
En este caso he usado aceite de girasol porque es de sabor y aroma neutros, pero podéis jugar con un buen aceite de oliva sin problemas, incluso aromatizándolo antes calentándolo con una corteza de limón. Pero yo buscaba una receta bien rápida para acompañar el café de aquella tarde con galletas, y cumplieron de sobra su función. No son excesivamente dulces, así que me parecen también estupendas para el desayuno.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar una o dos bandejas, engrasándolas o cubriéndolas con papel sulfurizado de hornear.
Disponer en un recipiente el aceite de girasol con el azúcar, la vainilla, el huevo, la ralladura de limón y su zumo. Batir bien con unas varillas hasta que el azúcar se haya disuelto. Añadir la sal, las harinas y la levadura, y mezclar un poco. Incorporar las avellanas y trabajar la masa hasta tenerla homogénea.
Tomar pequeñas porciones con una cucharilla y formar bolitas con las manos. No debería ser muy pegajosa, pero podemos humedecernos las manos o engrasarlas un poco con aceite, para trabajarlas mejor. Colocarlas en la bandeja ligeramente separadas.
Batir el huevo restante en un cuenco y pintar las galletas. Aplastarlas ligeramente con un tenedor, dejando la marca de los dientes para darles un pequeño toque decorativo. Hornear durante unos 12-15 minutos, hasta que se hayan dorado. Esperar un poco fuera del horno y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
Con qué acompañar las galletas de aceite
Ya he comentado que en casa tomamos las galletas fáciles de aceite y avellanas para acompañar el café, pero también hacen buena pareja con un té, chocolate o un vaso de leche por las mañanas. Son unas galletas crujientes pero suaves, no muy duras al morderlas, y aguantan bien varios días si se guardan en un recipiente hermético.
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