Cuando es una marca la que utiliza un reclamo tipo "de la abuela", hay que desconfiar. Pero hay que reconocer que en la repostería tradicional, las recetas que presumen de tal calificativo son muy tentadoras, e inevitablemente conectan con esos recuerdos nostálgicos de la infancia. Todas las culturas tienen elaboraciones similares, como estas galletas de la nonna italianas, perfectas para mojar en un tazón de leche.
Por lo que podemos leer, son unas galletas especialmente típicas en la región de Apulia, habituales en las pastelerías locales, muy ligadas a esa repostería casera que las abuelas preparaban para endulzar los desayunos y meriendas de sus nietos. También se conocen como galletas de leche, con una forma y textura perfecta para mojarlas.
Son muy sencillas y con ese sabor de dulce de antaño, de pueblo, sin florituras ni sabores o aromas extraños. Seguro que cada uno podrá conectarlas con recuerdos personales a galletas de su pueblo o de su recetario familiar, aunque tienen una característica particular. En la obtención de esa textura seca, ligera y crujiente, idónea para mojar en líquido sin deshacerse, el impulsor apropiado es bicarbonato de amonio, del que ya hemos hablado aquí.
Este ingrediente se puede sustituir por bicarbonato de sodio o por impulsor químico (levadura química de repostería), aunque la textura y el sabor final no será exactamente el mismo, y tendrán una conservación un poco más corta. En cualquier caso, tendremos unas pastas riquísimas para tener bien surtida la lata de galletas.
Precalentar el horno a 180ºC con calor arriba y abajo, y preparar un pan de bandejas con papel sulfurizado antiadherente. Batir los huevos con el azúcar en un recipiente hondo, con batidora de varillas, durante unos tres o cuatro minutos, hasta que la mezcla espese y blanquee.
Añadir el aceite, la vainilla y la sal y batir un poco más. Agregar las dos harinas (se puede usar solo harina blanca de repostería o corriente) y el bicarbonato de amonio disuelto en la leche tibia. Batir todo a velocidad baja con la batidora hasta incorporar, y terminar de homogeneizar a mano o con una espátula grande. La masa debe ser húmeda, pero no muy pegajosa, maleable.
Tomar porciones de masa con un cuchara pequeña, aproximadamente del mismo tamaño, y formar cilindros como de un dedo de largo, o tipo bizcochos de soletilla. Se pueden hacer más o menos grandes, al gusto. Si se nos pega la masa, nos podemos engrasar las manos con aceite o dejarla enfriar en la nevera.
Si se desea, cubrir un plato con azúcar y rebozar una cara de cada porción antes de distribuir en las bandejas, ligeramente separadas, con el azúcar hacia arriba. Aplanar con la mano para dejar un grosor de unos 5 mm y hornear unos 20 minutos, hasta que estén doradas.
Cuidado al abrir la puerta del horno si se ha usado bicarbonato de amonio, ya que pueden salir vapores desagradables. Dejar enfriar las galletas sobre una rejilla.
Con qué acompañar las galletas italianas
No podemos más que recomendar un tazón de leche para mojar estas ricas galletas, pues verdaderamente hacen una pareja perfecta. Por supuesto, también se pueden zambullir en una bebida vegetal, como leche de almendras, café o té, y sin duda estarán deliciosas con un trago refrescante y frío si las temperaturas acompañan. Los mayores pueden degustarlas con un vino dulce o copita de licor.
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