Hay recetas a las que siempre terminas volviendo cuando todo falla. Los aficionados a la repostería solemos complicarnos la vida probando recetas vistosas, más complejas o especiales, pero hay veces en las que solo quieres un buen bizcochón de toda la vida para alegrar la merienda. Y si sobra, también para el desayuno del día siguiente.
Además del clasiquísimo bizcocho de yogur, uno de mis ases en la manga favoritos es otro de esos que saben a horno de pueblo o meriendas en casa con mamá o la abuela al mando, mientras se calienta la leche al fuego. Me gusta porque es sin gluten, perfecto para compartir con personas celíacas que no pueden tomar lácteos, lactosa, o para esos días en los que tienes la despensa en horas bajas. El bizcocho de almendra, mandarina y limón nunca falla y lleva pocos ingredientes.
Lo he preparado varias veces cambiando las frutas, y la verdad es que desde entonces ha caído más a menudo usando solo naranjas, pero el resultado siempre es estupendo. De miga esponjosa y suave, con ese aroma tan característico de los cítricos, gracias a la maizena se consigue que quede más ligero y suave que los típicos pasteles de almendra como la tarta de Santiago.
Lo único más "complicado" de la receta es dividir las seis yemas de las seis claras, así que recomiendo hacer este paso lo primero mientras se precalienta el horno. En realidad no tiene ningún misterio la técnica de separar las claras de las yemas de los huevos, pero procura cuidar al máximo la higiene y evitar la contaminación cruzada si usas las manos.
En DAP | Bizcocho de naranja
En DAP | Recetas de bizcochos
