La cocina con flores es un campo que merece explorar. Algunos sabores pueden resultar demasiado fuertes, como la rosa, pero otros son exquisitos, como el azahar. Después de varias pruebas, la lavanda se ha ganado un hueco en mis aromas favoritos. Con esta receta de madeleines de lavanda, adaptada de Dorie Greenspan, se demuestra el juego que da en repostería.
Es conveniente buscar la lavanda en tiendas de alimentación para conseguir una versión apta para el consumo, aunque también es posible encontrar esencias o extractos de su aroma. La clave para unas buenas madeleines está en batir bien los huevos con el azúcar y dejar reposar la masa por lo menos un par de horas, así saldrán esponjosas y suaves.
Derretir la mantequilla, añadir las flores de lavanda y dejar enfriar unos minutos para que se infusionen sus aromas. Tamizar mientras tanto la harina con la sal y la levadura en un cuenco. Batir con ayuda de una batidora de varillas los huevos con el azúcar y la ralladura de naranja, hasta que se vuelva espeso y esponjoso, unos tres minutos.
Añadir la miel y batir un poco más. Colar la mantequilla para retirar las flores de lavanda, y batir ligeramente un poco más. Incorporar los ingredientes secos y una parte de las flores de lavanda reservadas, trabajando con suavidad la masa usando movimientos envolventes.
Tapar con film y dejar reposar en la nevera como mínimo dos horas. Precalentar el horno a 200º y engrasar una bandeja con moldes de madeleines. Repartir la masa y hornear unos 12-14 minutos, hasta que se hayan dorado bien. Dejar enfriar sobre una rejilla.
Con qué acompañas las madeleines
Las madeleines de lavanda son estupendas para compartir con la familia o los amigos alrededor de una taza de café. Seguro que muchos se sorprenderán de descubrir que ese delicado y delicioso sabor proviene de la flor de la lavanda.
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