A pesar de que no son exactamente un dulce navideño, sí que las trufas y bombones multiplican su oferta en las fiestas, quizá asociadas a esos pequeños lujos y caprichos que nos permitimos estos días. También son un bocado tentador ideal para regalar y ofrecer a los invitados, con los que sumamos muchos puntos si las hacemos caseras. Esta es una versión extremadamente sencilla y mucho más cómoda para los que se quieran ahorrar el pequeño caos chocolateado que se suele forman en la cocina al prepararlas.
Una vez tengamos la receta básica dominada podemos hacer variaciones personales al gusto, añadiendo aromas o algún licor a la ganaché, o rellenando las propias cápsulas con un fruto seco, una guinda macerada, fruta confitada, trocitos de galleta... Además podemos cambiar un poco la proporción de chocolate y nata sin tanto miedo a que la textura sea inmanejable, pues al servirse en cápsulas, seguirán siendo fáciles de almacenar y llevar.
Hay que recordar, en cualquier caso, que una trufa es mucho más tierna y cremosa que un bombón, salvo que las cubramos con un baño de chocolate puro. Esto quiere decir que conviene guardarlas siempre en la nevera, en un recipiente hermético que no forme condensación, en la parte menos fría. Las cápsulas deben ser específicas para chocolatería, metálicas y de pequeño tamaño; no nos sirven las de papel.
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Infusionar primero la nata calentándola a fuego muy suave con la vaina de vainilla abierta, durante unos 15-20 minutos. Mientras tanto, picar muy fino el chocolate y disponerlo en un recipiente que aguante el calor. Trocear la mantequilla en cubitos y reservar.
Preparar las cápsulas colocándolas todas sobre una bandeja grande o sobre una lámina de papel de hornear, para envitar manchas y salpicaduras. También podemos preparar una manga pastelera o biberón de cocina, que nos facilitará la tarea de llenarlas.
Calentar a más temperatura la nata hasta llevarla a ebullición, y echar en dos o tres tandas sobre el chocolate, colándola con un colador de malla fina. Remover suavemente para que el chocolate se vaya fundiendo. Incorporar al final la mantequilla, mezclar y remover con suavidad hasta tener una textura homogénea.
Ahora podemos probarla -con cuidado de no quemarnos- y añadir algo de azúcar glasé si lo consideramos necesario. Repartir la ganaché en las cápsulas; el biberón es el utensilio más cómodo para hacerlo de manera sencilla y precisa. Esperar a que se asiente y se endurezca un poco antes de coronar con las decoraciones deseadas.
Cuando ya no estén muy blandas, repartir en bandejas y dejar enfriar en la nevera varias horas. Mantenerlas refrigeradas en un recipiente cerrado hermáticamente mientras no se consuman.
Con qué acompañar las trufas
El sabor intenso a puro chocolate y su textura suave hace que las trufas caseras sean perfectas para disfrutar en pequeñas dosis en la sobremesa, ya sea después de la comida o de la cena. Maridan de maravilla con un café de calidad y también con algún licor o vino dulce, como el Oporto. Claro que si preferimos equilibrar esa intensidad, un vaso de leche fría o caliente a media tarde tampoco será mala compañía.
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