Si es temporada de higos frescos, es de obligado cumplimiento aprovecharla en la cocina. Llega un límite de frutos al natural que una persona normal es capaz de comerse de una sentada, y las higueras no esperan. Ni los párajos o insectos tampoco. Además de sorprendentes recetas saladas, una tarta de queso es un perfecto capricho de finales de verano.
En este caso preparamos una base de masa quebrada con el método sablage, es decir, trabajando la mantequilla fría para hacer una especie de migas con la harina, sin huevo pero con su toque de almendra molida y algunos copos de avena para dar más textura, que son prescindibles. Ligeramente dulce con una pizca de panela, buscamos una textura arenosa y delicada, algo rebelde para estirar o cortar, pero definitivamente deliciosa.
Si prefieres una masa más sencilla y que luzca más bonita y firme, prueba con una brisa más canónica, o usa una base ya comprada que sea de calidad. Por supuesto, también está la clásica alternativa de galletas trituradas con mantequilla fundida; al gusto. En cuanto al relleno, puedes cambiar el yogur por queso fresco batido desnatado o quark bajo en grasas.
Disponer en un recipiente la harina de repostería con el azúcar moreno o panela, la almendra molida, los copos de avena, una pizca de sal y un poco de ralladura fina del limón. Cortar la mantequilla fría en cubitos, añadir y mezclar con una batidora de varillas o, mejor, frotando con las manos hasta tener una textura cremosa homogénea, pegajosa.
Envolver en plástico film formando un disco y refrigerar, al menos 30 minutos. Mientras, precalentar el horno a 200ºC y engrasar un molde de tartas rizado de unos 20-22 cm de diámetro y dejar atemperar los ingredientes del relleno fuera de la nevera.
Estirar la masa entre dos capas de papel de horno antiadherente y cubrir el molde. Es una masa pegajosa y se pone blanda rápidamente si hace mucho calor, pero no tiene que quedar perfecta. Con ayuda del papel de horno y las manos, extender para ocupar todos los recovecos del molde y hornear en blanco 15 minutos (dejando una capa de papel y poniendo peso encima, como legumbres secas o arroz).
Retirar el papel y los pesos y comprobar que está firme y algo dorada; si estuviera muy blanca, hornear unos pocos minutos más. Retirar, bajar la potencia del horno a 160ºC sin aire y preparar el relleno.
Batir juntos los huevos, el queso crema, el yogur o queso batido, el azúcar, una cucharadita de zumo de limón y otra de su ralladura fina, la vainilla, otra pizca de sal y la maizena, hasta no tener grumos. Procurar que no salgan muchas burbujas o dar unos golpes suaves al bol contra la mesa para sacar y explotar las que haya.
Verter sobre la tarta cocida. Cortar los higos lavados (pelados opcionalmente) en cuartos y distribuir en el relleno al gusto. Hornear durante unos 40-45 minutos, o hasta que haya cuajado. Dejar enfriar un poco antes de refrigerar unas horas.
Con qué acompañar la tarta de queso y yogur con higos
Lo ideal es preparar esta tarta de queso e higos con antelación suficiente para dejar que repose en frío en la nevera varias horas, pues mejora la consistencia y el sabor. Hay que servirla fresca, pero no helada, por lo que es mejor atemperar las raciones ya cortadas antes de degustarlas según la potencia de nuestro electrodoméstico. Marida muy bien con un espresso solo, un cold brew con hielos o una copa de vino rosado afrutado.
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