En esta vida se pueden amasar muchas cosas. Algunas son completamente irrelevantes y otras, como es evidente, son importantes y nos hacen más que felices. Va en gustos, claro, pero creo que todos coincidimos cuando pensamos que amasar fortuna, dinero o éxito es del todo irrelevante si se compara con el placer supremo que supone amasar albóndigas.
Orondas, jugosas y lustrosas albóndigas que esperan, siempre atentas, en una cazuela para ir desapareciendo como por arte de magia. Siempre me gusta compararlas con una de las últimas escenas de La gran evasión, donde los fugados comienzan a salir del campo de concentración a través del túnel.
Más o menos lo mismo que sucede con las albóndigas de cualquier cazuela, habida y por haber, cuando cada viaje a la cocina acaba cobrándose una pieza y va haciendo mella en el fondo de nuestra olla, donde minutos antes brillaban un sinfín de esféricas tentaciones.
Es algo que también le pasa a las croquetas, pero no erremos el tiro. Hoy vengo a hablar de que es posible tener albóndigas sin carne y listas en menos de media hora, perfectas para entregaros a estos redondos placeres sin tener que pasar horas en la cocina o haciéndolas más amables para otro tipo de públicos.
Precisamente lo que pasa con estas albóndigas de rape y langostinos, donde podéis aprovechar cualquier marisco fresco que tengáis por casa si no tenéis langostinos.
Aquí la única clave es mantener una buena proporción de rape, que va a ser el que nos dé textura. A partir de ahí, poca ciencia porque con las cabezas y corazas de los langostinos haremos un fumet o caldo de pescado que será donde luego cozamos las albóndigas.
Solo hay que pelar los langostinos, trocearlos y mezclarlo con el rape, también picado, y valiéndonos de un poco de huevo batido y pan rallado, damos consistencia a la masa. Formamos las albóndigas, las freímos tras enharinar y las reservamos.
En el aceite donde las freímos, pochamos medio ajo, una cebolla bien picada y cuando esté tierna, vertemos vino blanco –el que más o guste o tengáis por casa–. Yo os recomiendo echar un poco de fino Tío Pepe, que es un vino que para este tipo de recetas va muy bien y donde nos podemos beber el resto bien a gusto.
Fino Tío Pepe. González Byass. DO Jerez-Xérès-Sherry
Evaporamos el alcohol y añadimos un vaso del caldo de marisco que hemos hecho antes. Incorporamos las albóndigas, dejando cocer a fuego medio durante unos 10 minutos y tendremos la cena más que resuelta.
Imágenes | DAP
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