Cualquier momento del año es bueno para entregarse a las tartaletas. Sin embargo, no vamos a negar que se han convertido en protagonistas festivas, razón por la que suelen ser las primeras invitadas a las grandes comilonas de diciembre.
Eso no quita que no encontremos placer en otros aperitivos que, aunque no toquen el terreno de la tartaleta, nos encanten. O, directamente, con otro tipo de canapés. Lo bueno de las tartaletas es que no hace falta que nos compliquemos la vida cocinando, pues podemos comprar tanto el contenido como el continente.
Precisamente lo que pasa con las tartaletas de Mercadona, que nos hacen un buen apaño para agilizar la cena de Nochebuena sin que tengamos que estar con prefacios complicados. Opciones, como podéis imaginar, hay tantas como ganas tengáis de rellenar las tartaletas.
Eso no quita que, en nuestra opinión, debamos ser cautos. Cuando nos liamos con este tipo de preparaciones no solemos reparar en que ya estamos metiendo una masa como base, por lo que debemos tener claro que no hay que pasarse de sabor, calorías y, sobre todo, de texturas.
La gracia de las tartaletas, en líneas generales, está en ese contraste de crujiente que aporta la base con lo que vayamos a resolverla. Además, se pueden hacer tanto tartaletas dulces como saladas, pues vais a ver que es muy sencillo combinarlas.
Otra de las ventajas de las tartaletas de Mercadona, aunque vale para cualquier otro supermercado, está en que permiten que las utilicemos tanto con recetas de cocina como con productos que tengamos en la despensa. En el primer caso, por ejemplo, no dejamos de recomendar estas tartaletas de puerro y queso de cabra u otra opción que queda especialmente bien como las tartaletas de espinacas, tomates y queso.
Por seguir el canon navideño, imprescindible es pensar en tartaletas que tengan salmón ahumado y queso crema, que es una solución muy sencilla para rellenarlas. En el caso del salmón y el queso también les va bien el contraste cremoso de productos como el aguacate, por lo que son buena manera de dar salida a aguacates un poco maduros.
En cualquier caso, el queso siempre nos salva más de una papeleta. Como también pasa con estas tartaletas de queso de cabra, cherry y jamón, que podemos combinar sin problema con otras recetas en las que mezclar lo dulce y lo salado como en estas tartaletas de sobrasada con miel y piñones
El contraste de lo salado también nos permite que usemos las típicas huevas de pescado o unas anchoas, que pueden ir enteras o picadas, y que también pueden combinarse con encurtidos picados o con aceitunas, dos elementos que dan buen juego si se suman a los pescados ahumados como el salmón o el bacalao.
En este caso, también suelen ir bien en las tartaletas esos mariscos que no dan demasiada talla pero que tienen sabor como los langostinos o las gambas. De hecho, para mí las tartaletas de langostinos con aguacate es una forma ideal de aprovechar los restos de una cena e incorporarlos de manera distinta a la comida del día siguiente. Aquí, además, podéis añadir salsas con cierta discreción como mayonesa, mostaza, alioli o salsa rosa.
Ciertas conservas de pescado desmigadas también dan juego en las tartaletas, como puede ser una ventresca en conserva. En este caso, me gusta picar la ventresca junto con un huevo cocido e ir rellenando las tartaletas, casi como un huevo relleno. Hablando de huevo, estas tartaletas individuales de huevos con bacon también valen, tanto para cenar como para desayunar.
Otro elemento que da buen resultado en las tartaletas es que recurramos al foie gras, a sus derivados y también a los patés. Incluso a los patés de pescado, algunos de ellos que podemos hacer nosotros mismos como el paté de mejillones u otro clásico como son estos rillettes de sardina.
Nunca, tampoco, están de más las tartaletas en las que utilicemos algo de chacina, que es otra buena forma de, por ejemplo, resolver los ingredientes que nos sobraran de una tabla de embutidos como esta tartaleta de champiñones, ajetes y jamón serrano.
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