Preparar polenta en casa es sencillísimo y hay muchas formas de darle vidilla a esa especie de gachas o papilla que, ciertamente, por sí sola es bastante insípida. Merece la pena hacer de más y no es raro que, sin pretenderlo, tengamos sobras por haber calculado mal. Con esos restos tendremos una base estupenda para unas pizzetas improvisadas cualquier día de la semana.
En la receta añadimos las cantidades aproximadas para hacer la masa desde cero, por si nos apetece hacer las pizzetas sin tener que recurrir a sobras, pero la idea es simplemente obtener una textura de masa cremosa espesa, que una vez fría y reposada se pueda extender fácilmente con una cuchara o espátula sin desmoronarse. Algo así como un puré de patatas denso o un queso cremoso de untar.
Por supuesto, se pueden coronar con lo que se prefiera, aunque en este caso preparamos una cena de aprovechamiento 100% terminando un tarro de salsa de tomate y dando salida a unos champiñones que se habían quedado perdidos en la nevera. En lugar de fiambre de pavo se pueden agregar sobras de pollo asado, taquitos de jamón o alguna proteína vegetariana como tofu marinado o más verduras.
Preparar la polenta según las indicaciones del paquete, o usar sobras de otras preparación. Normalmente solo hay que calentar el caldo o agua hasta que empiece a burbujear sin hervir, añadir la polenta en forma de lluvia con un poco de sal y cocer removiendo a fuego suave hasta que espese.
Si es de cocción rápida apenas tardaremos unos pocos minutos; otras variedades de polenta necesitarán una cocción más prolongada. Cocinar hasta que se obtenga una textura como de bechamel espesa, añadir la mantequilla (opcional) y salpimentar al gusto. Llevar a otro recipiente frío y dejar enfriar unos 20 minutos, o más tiempo.
Precalentar el horno a 200ºC. Extender la polenta enfriada en una bandeja de horno con papel sulfurizado formando 4-6 pizzetas (o más unidades más pequeñas), extendiendo medallones con una cuchara o espátula, procurando dejarla fina.
Cubrir con salsa de tomate, repartir las setas limpias laminadas o picadas y el jamón o fiambre. Cubrir con queso rallado y hornear unos 18-25 minutos (según tamaño y grosor). Dar un golpe de gratinado final, si se desea, y servir inmediatamente con orégano y más pimienta.
Con qué acompañar las pizzetas de polenta
La base de estas pizzetas es más saciante que una fina de pizza corriente, por lo que, según su tamaño, nos podemos apañar con dos o tres unidades por persona para la cena, acompañadas de una ensalada. Si las hacemos más pequeñas podemos servirlas como aperitivo o entrante incluso para comer casi de un bocado. Para recalentarlas, si hiciera falta, recomendamos hacerlo en la sartén antiadherente a fuego suave, para que la base quede más crujiente.
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