El humilde pollo siempre sale al rescate cuando se nos acaban las ideas para cocinar en casa, y el recetario tradicional tiene infinitas propuestas que sabemos que nunca nos van a fallar. Si lo que buscas es un plato con sabor a hogar, pero que además sea rápido y fácil, olvida el pollo al horno -que exige más tiempo- o los largos guisos y saca una buena sartén.
Con un aroma que a los más nostálgicos podría hacerles escapar una lagrimita de emoción, el pollo al ajillo es un plato de toda la vida que representa uno de los clásicos de nuestra gastronomía. Esta técnica se puede aplicar a otros productos, como el también tradicional conejo al ajillo, pero la carne de ave es la más versátil, accesible y sencilla de preparar en casa.
Hay varias maneras de cocinarlo y en cada familia seguirán su propia receta o toque especial, pues admite muchas variantes. Lo importante es contar con un buen pollo despiezado, que tardará menos cuanto más pequeñas sean las piezas, además de dientes de ajo frescos y aromáticos, aceite de oliva virgen extra, vino de Jerez y, si es posible, caldo de pollo casero o una alternativa comercial decente. Con agua se puede hacer, pero no quedará tan sabroso.
Además nos gusta añadir un ácido que resalte los sabores de la salsa, en nuestro caso zumo de limón, aunque puede ser también vinagre, o ambos. Pide en carnicería que te troceen el pollo o compra contramuslos con piel y hueso para ahorrar tiempo, pero nunca uses solo pechugas para esta receta, no merece la pena.
Con su acompañamiento típico de patatas a lo pobre, unas versátiles patatas fritas o el infalible arroz blanco, tienes un menú de toda la vida riquísimo la mar de fácil. Aunque con un buen para mojar la salsa ya te puedes quedar más que satisfecho.
En DAP | Patatas al ajillo pastor