La infusión de jengibre es una bebida natural que ha ganado popularidad en la cultura occidental en las últimas décadas, una vez que nos familiarizamos con este rizoma como acompañamiento del sushi e ingrediente de la cocina asiática. Ya es fácil encontrar jengibre fresco en fruterías y supermercados de barrio, por lo que hacer nuestra propia infusión solo requiere una mínima inversión de tiempo.
Llamamos infusiones al líquido resultante de aplicar calor al agua u otra sustancia análoga con uno o diversos ingredientes que liberan su sabor, aroma y propiedades a la misma. El café, el mate y todos los tés son infusiones, y a menudo se usa la palabra té como sinónimo, como sucede en otros idiomas. Pero infusionar un producto como el jengibre resulta más sencillo, ya que no exige la técnica más precisa del café o del té, mucho más delicados.
Los beneficios de la infusión de jengibre
El jengibre fresco es un alimento rico en agua e hidratos de carbono con un bajo contenido energético, que destaca por su potente aroma y sabor tan peculiar, más o menos picante según el paladar de quien lo consume. En cuanto a la presencia de micronutrientes, hay que destacar la vitamina A y C, aunque es mucho más rico en potasio. Sin embargo, su gran potencial nutricional está en los fitonutrientes.
La infusión de jengibre tiene efectos beneficiosos constatados por la ciencia en la digestión y en muchos procesos inflamatorios. Es rico en compuestos fenólicos, antioxidantes y antiinflamatorios, llegando a ejercer incluso un efecto similar al de ciertos fármacos. Puede ayudar a facilitar las digestiones, evitar y reducir las náuseas y vómitos, especialmente en las embarazadas, y contribuye a aliviar la hinchazón y el dolor en casos de artritis.
También es un remedio para tratar los dolores abdominales y la hinchazón o inflamación de garganta en procesos gripales, alergias y resfriados, y contribuye a evitar la retención de líquidos y la deshidratación. Se puede tomar caliente, especialmente para tratar problemas de garganta o digestión, o frío, un gran refresco natural y muy beneficioso para deportistas.
Lavar y frotar bien el jengibre para retirar posibles restos de tierra y polvo, y secar. Se puede hacer la infusión con la piel, pero en nuestro caso preferimos retirarla para sacar más sabor de su interior. Pelar a cuchillo, con pelador o, más fácil, usando una cucharilla como en el vídeo que encabeza este artículo.
Picar en trozos no muy grandes (cuanto más troceado esté, más sabor liberará) y disponer en un cazo o una olla de 1 litro de capacidad. Añadir el agua, calentar y llevar a ebullición. Cuando rompa a hervir, cocer a temperatura media-baja durante 10 minutos, o 15 si queremos que sea más intenso.
Colar a una jarra o similar usando un colador de malla fina y servir caliente o esperar a que se atempere antes de guardar en la nevera para servirla fría con hielos. Si estuviera muy fuerte, se puede rebajar con agua.
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Con qué acompañar la infusión de jengibre
Además de rebajar la intensidad de la infusión si nos ha salido muy fuerte con agua, podemos servir la bebida con una rama de canela dentro que deje un toque aromático, zumo o rodajas de limón o lima o un poco de miel o sirope vegetal, especialmente si tenemos dolorida la garganta. Es una infusión estupenda para cualquier momento del día, para tomar sola o en el desayuno, o con algún capricho dulce como un trozo de bizcocho de yogur en la merienda.
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