No hay nada como volver al recetario tradicional nacido de los tiempos más humildes para reenamorarse de la cocina. Sin romantizarla, claro, que por algo surge de la necesidad, pero si aún se preparan recetas tan sencillas como esta alternativa a las ensaladas de patata, es porque sigue conquistando estómagos.
La probamos por primera vez en casa en días de frío invierno, cuando uno de sus tres ingredientes principales está de temporada en Extremadura, la escarola de hoja más lisa. Ya nos sorprendió entonces y teníamos claro que habría que repetirla cuando las temperaturas pidieran platos más frescos y con las mínimas complicaciones, estupenda para los albores del verano.
La ensalada de escarola de las Hurdes queda también muy rica con una escarola común de hoja rizada; solo hay que usarla muy fresca y cortarla finísima para que al trabajarla con un mazo de mortero sea resulte más fácil la elaboración.
Básicamente este plato consta de patata cocida machacada con la escarola y la cebolla, creando una textura cremosa pero masticable, suave y sorprendentemente sabrosa, fresca pero saciante y nutritiva. No hay más que completarla con un aliño al gusto de buen aceite de oliva virgen extra, vinagre y sal -básicos de despensa-, y servirla más o menos espesa, tibia o fría. Es un buen plato sencillo para una cena sin complicaciones o como guarnición de un menú más completo, por ejemplo con una dorada a la sal.
Y confieso que no me resisto a añadir otros ingredientes de mi cosecha, un buen chorretón de zumo de limón y abundante pimienta negra. La mezcla le va de fábula a la patata cocida.
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