Cuando menos apetece cocinar, los huevos nos sacan del apuro para comer rico, sano y rápido a cualquier hora del día. El verano es la mejor época para sacar partido de hortalizas de temporada como el calabacín y una buena tortilla nunca falla, pero esta frittata es aún mejor si nos puede la pereza o no se nos da muy bien eso de cuajarla y darle forma en la sartén sin terminar con huevos revueltos.
Pese a que la frittata italiana no tiene por qué terminarse en el horno, y de hecho en Italia ese paso sería excepcional, por algún motivo se ha difundido la idea fuera del país de que esa es la diferencia con las tortillas francesas o españolas. Misterios. Para el caso que nos ocupa da lo mismo, porque la gracia de esta receta está en que es precisamente el horneado el que se ocupa de darle forma, y así nos ahorramos darle la vuelta o formarla con la espátula.
Mi frittata mediterránea favorita está inspirada en un estupendo almuerzo que disfruté en una cafetería de Viena, combinando calabacín, champiñones, tomate seco, hierbas frescas y queso de cabra, una mezcla de ingredientes tan saludable como riquísima que se puede ajustar al gusto o según lo que tengamos en la nevera. En verano el calabacín es innegociable salvo que lo aborrezcas, pero queda delicioso salteado primero en la sartén, dejando que se dore y caramelice, y hace una pareja estupenda con el tomate seco, explosión de sabor.
Los champiñones o setas añaden ese toque 'cárnico' y sabor umami que siempre es de agradecer en un plato ovolactovegetariano, aunque podríamos sustituirlos por shiitakes, shimeji o cualquier otro hongo en temporada. O se pueden omitir y añadir pimiento, berenjena, cebolleta, etc.
Una sartén de hierro apta para el horno es ideal para no tener que manchar más que un recipiente, y si es individual hasta te ahorras el plato para servir. Con un gazpacho en la mesa o una ensalada verde y algo de pan ya tienes un almuerzo o cena de verano de lujo.
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