Además de preparar la versión más simple de calabacines al horno, podemos esmerarnos solo un poquito más cocinando esta saludable hortaliza con algo más de chicha. Para preparar un sabroso y versátil gratinado de calabacín solo hay que darle al cuchillo -o mandolina- y mezclar unos pocos ingredientes antes de dejar que el electrodoméstico haga su magia.
Hemos cocinado en otra ocasiones este tipo de gratinados usando solo leche y huevo, más el toque -casi- imprescindible de queso, pero con la mitad de nata líquida de cocina o ligera queda mucho más rico y cremoso. Nos gusta dejar una capa de hortaliza superior más seca, espolvoreada con un pelín de pan rallado y más queso, de tal modo que quede más crujiente y ofrezca diferentes texturas al meter la cuchara.
Precalentar el horno a 180ºC con aire y untar con un poco de aceite una fuente refractaria rectangular, preferiblemente de vidrio o cerámica, aunque cualquiera servirá, de unos 35x25 cm. Lavar los calabacines, retirar las puntas y pelar ligeramente si tuvieran zonas feas.
Cortar en medias lunas de unos 4-5 mm de grosor y disponer en la fuente. Salpimentar y aderezar con ajo granulado al gusto, añadiendo si se desea otras hierbas secas o especias, removiendo bien.
Aparte batir en un cuenco el huevo con la leche y nata, y otro chorrito de aceite. Salpimentar ligeramente y añadir nuez moscada rallada al gusto, y casi todo el queso parmesano. Batir suavemente y verter sobre el calabacín, de forma homogénea, presionando la verdura.
La idea es que quede calabacín sin estar sumergido, por arriba, para crear contraste de texturas, pero se puede usar menos verdura si se prefiere. Añadir más queso por encima y un poco de pan rallado, cubrir con papel de aluminio y hornear durante unos 30 minutos.
Retirar el papel y continuar la cocción, pasando el horno al modo calor arriba y abajo, unos 20 minutos más. Se puede activar el gratinador al final si se prefiere tostar más, añadiendo algo más de queso.
Con qué acompañar el gratinado de calabacín
Este gratín de calabacines puede ser perfectamente un plato único para la cena, acompañado por ejemplo con una ensalada verde o algunos tomates, aunque también es estupendo como guarnición para acompañar pescado, carnes o proteínas vegetales. Podemos servirlo con hierbas frescas que tengamos en casa, como perejil, cilantro o eneldo, y un extra de parmesano recién rallado, si somos muy queseros.
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