Platazo familiar donde los haya, suculento, disfrutón y que sabe tanto a hogar como a celebración: compartir una lasaña en casa es una fiesta. Si ya la pasta gusta a todo el mundo, las rellenas, horneadas y gratinadas son puro placer sensorial con el que conquistar a través del estómago. Un plan perfecto de fin de semana, vaya.
Y, aunque nos encantan versiones como la lasaña vegetariana de verduras, la receta clásica más icónica es la lasaña de carne, una adaptación de la tradicional italiana original. Pero si lo que buscas es elevar este plato y que te suban a los altares en casa, tienes que probar la receta de Vincisgrassi, una especialidad de Le Marche, la región de las Marcas en el centro este italiano.
El curioso nombre, a veces llamado también vincesgrassi, se dice que es una italianización del general Alfred von Windisch-Grätz, quien en 1799 derrotó a las tropas napoleónicas en el asedio de Ancona. Este plato se crearía en su honor, y hoy es una especialidad de la zona que incluso cuenta con versión adaptada a la cocina italoamericana. Pero la original es insuperable.
Su relleno consiste en un ragú suculento de carne troceada de mezcla de cerdo y ternera que incluye panceta y algo de casquería como hígado, corazón y lechecillas. Si te da apuro la casquería, usa solo higaditos de pollo, pero no prescindas de ellos, pues aportan un sabor y una textura muy característicos a la salsa de carne.
Unido el intenso ragú a la bechamel se obtiene como resultado una lasaña de las que no se olvidan, de esas que tus invitados querrán pedirte la receta. Una buena siesta después, y a seguir disfrutando del día.
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