Pocas hortalizas pueden presumir de tener dos temporadas al año. No, al menos, en el hemisferio norte. Una de estas rarezas es la alcachofa, a la cual hemos rendido pleitesía por activa y por pasiva en DAP, trayéndoos algunas de las mejores recetas con alcachofa que conocemos.
Única en su estilo, la alcachofa es una de las hortalizas más singulares que podemos encontrar y su carácter versátil la hace perfecta para improvisar cenas rápidas sin complicarse la vida.
Desde hace unos cuantos años se ha convertido en un icono de la hostelería a costa de las alcachofas confitadas. Una receta sencilla, sabrosa y donde añadir un buen aceite va a convertir un bocado casero en todo un placer.
Sin embargo, nosotros hoy venimos a romper una lanza por otra de las recetas con alcachofa más conocidas de la cocina española: las alcachofas con jamón. Rara es la casa o madre que alguna vez no ha alumbrado esta rapidísima receta que, incluso, podéis hacer con el remedio de las conservas vegetales.
No va a ser lo mismo que con alcachofa fresca, pero puede hacer el apaño y, sobre todo, nos reducirá el tiempo en cocina. Ciencia, como podemos interpretar, tiene bastante poca. No hace falta ser ni Martín Berasategui ni Karlos Arguiñano para bordar esta receta.
Lo que sí hace falta es cariño, una pizca de paciencia y tener claro que, con un par de detalles, vamos a conseguir que nuestras alcachofas con jamón sean un diez. Lo primero es que utilicemos alcachofas buenas, prietas, en temporada y que se noten firmes y macizas. Ya sabéis que, si están huecas, blandas o empiezan a lucir colores pálidos será una mala señal.
A partir de ahí empieza el baile. Sofreímos unos ajos picaditos en un poco de aceite, agregamos el jamón –también picado y, si es un jamón de calidad, mejor–. Esto no quiere decir que utilicéis jamón Cinco Jotas para darle salida a las alcachofas, pero no os vamos a negar que una punta de un buen jamón, que aún tenga su carne, será mejor que utilizar los taquitos precortados del súper.
En gustos, claro. Sofreímos el conjunto e incorporamos las alcachofas, solo los corazones cocidos. Si son en conserva, las escurrís y aclaráis un poco, para que pierdan el sabor amargo del líquido de gobierno. Dejáis que se cocine todo junto unos minutos, removiendo de vez en cuando e incorporáis un buen caldo para que se cuezan allí.
Puedes ser un caldo de verduras, pero también un caldo de pollo o un caldo de jamón. Tampoco algo muy intenso, pues recordad que el jamón que incluyamos va a dar sabor y sapidez a la receta. Allí las coceremos, hasta que queden tiernas.
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