La ensalada campera de patata de toda la vida cae en nuestros menús de verano casi cada semana, pero tengo que admitir que a veces me aburro un poco de la patata cocida con su textura típica que también repetimos en la ensaladilla. Cocinando el tubérculo en el horno conseguimos darle otro toque y con un sabor distinto, y si te gusta lo crujiente, hay una técnica fabulosa que repito a menudo.
No hay patatas más crujientes que las patatas fritas tradicionales o con su alternativa en freidora de aire, pero la magia de este otro sistema al horno es su combinación de texturas que hace magia en una ensalada cuando buscas algo distinto para salir de la rutina.
La receta de las patatas machacadas al horno es ideal para aplicar a una ensalada veraniega, una técnica muy sencilla y divertida que, sobre todo, es sabrosísima. La técnica es simple: cocer patatas pequeñas hasta que se puedan atravesar sin dificultad con un palillo y luego chafarlas o aplastarlas antes de hornear.
Lo mejor es usar un tenedor presionando varias veces para no destrozarlas del todo, y siempre con la piel para queden más ricas y más crujientes. Hay que aderezarlas con buen aceite de oliva, sal, pimienta y las hierbas o especias que se quiera, para finalmente dorarlas bien al horno hasta que se tuestan un poco por el borde.
Aunque cuando las preparo de aperitivo o guarnición las sirvo recién hechas, enfriadas a temperatura ambiente son otro manjar que podemos combinar con lo que sea para montar una ensalada al gusto. O simplemente se pueden usar como base de canapé coronándolas con medio huevo cocido, encurtidos y alguna conserva de pescado, salsas... con guacamole están buenísimas.
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