Podríamos afirmar casi con total seguridad que cualquier plato gana muchísimos puntos cuando se gratina al horno. Las fuentes de pasta clásicas como una lasaña o los típicos macarrones con chorizo son un buen ejemplo, y las verduras no iban a ser una excepción. Nuestro amado y versátil calabacín lo demuestra en una de las preparaciones más fáciles y que más sabrosas quedan sin apenas esfuerzo.
La cocción completa de la receta del calabacín gratinado se hace en el horno, por lo que el trabajo 'activo' de quien la prepara se reduce a cortar la hortaliza y mezclar los ingredientes en la fuente. Es un gratinado clásico sin ingredientes raros, combinando huevos batidos con leche y nata de cocina, queso, aderezos como pimienta y ajo, y un poco de pan rallado opcional para darle un toque más crujiente en el exterior.
La proporción de hortaliza y la mezcla para gratinar se puede ajustar a ojo al gusto, dependiendo de cómo nos guste, y se puede jugar también usando quesos diferentes, dándole un toque picante o sumando otros ingredientes al calabacín para darle más chicha, como beicon, dados de jamón cocido o taquitos de jamón ibérico, unas gambas o sobras de pollo al horno.
Aunque, sinceramente, sin nada más y dejándolo como plato ovolactovegetariano ya está buenísimo, es súper fácil y se puede tomar como primer plato, guarnición o plato único ideal para la cena. Admite el recalentado y se puede dejar listo con antelación para darle el golpe final de gratinado antes de servir, e incluso está rico atemperado en los días de más calor. Lo dicho, ¿qué más se puede pedir?
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