No llevan ni chorizo ni jamón, pero son las lentejas con más sabor que te vas a comer nunca

A veces no hay que recurrir a la carne para que las recetas sean sabrosas

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Nada hay más triste que creer que unas lentejas guisadas tienen que pasar necesariamente por el aro de los embutidos o la carne para ser sabrosas. Es parte de la pesadumbre que, a veces, han de pasar las recetas de legumbres.

Pensar que este tipo de ingredientes o de recetas tienen que ir vinculadas a la aparición de carnes para ser sabrosas me parece un error. ¡Ojo! No porque yo no crea en la potencia de unas lentejas con chorizo, por ejemplo, o no porque no me gusten las alubias blancas con chorizo.

Pero sé que hay gente que, a veces, no quiere sabores tan fuertes. Puede ser por recomendación dietética. Puede ser por no querer tener digestiones tan pesadas o, directamente, porque no consumen carne y quieren seguir disfrutando de legumbres sabrosas.

Por eso, mi aliada para este tipo de soluciones es esta receta de lentejas viudas que os aseguro que no tiene nada que envidiar a las clásicas lentejas guisadas donde el cerdo ni está ni se le espera.

El misterio, como casi siempre en la cocina española, va a estar en el sofrito. Alfa y omega del sabor sin gastar de más ni complicarse mucho, la primera piedra de unas lentejas guisadas de calidad es el sofrito.

Va al gusto lo que queráis añadir, pero yo lo hago completo, con ajo, cebolla, zanahoria, pimiento verde y puerro. Complicación, ninguna. Calentamos el aceite, añadimos las verduras y sofreímos a fuego bajo durante unos minutos.

Pasado ese tiempo, añadimos la salsa de tomate, que podéis también engordar con un poco de concentrado de tomate, que aumentará el sabor de la receta. Después de esto solo hay que añadir las lentejas, el laurel y las patatas, cascadas a cuchillo, y cubrir nuestra cazuela con agua fría, dejando cocer hasta que las lentejas estén tiernas.

¿Tapado o destapar? Pues mejor tapado, habiendo medido bien la cantidad de agua, para que se cuezan antes y no se queden demasiado secas. Cuando ya estén listas, el último toque de sabor para que tengan ese gusto achorizado es el pimentón.

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Calentamos un poco de aceite en una sartén, añadimos el pimentón y lo sacamos del fuego para que no se queme. Lo integramos en la cazuela de las lentejas, dejamos que se mezcle bien y ya tendremos unas lentejas de campeonato sin chorizo ni jamón.

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