Aunque cada vez es más fácil encontrar en el supermercado puerros envasados ya limpios sin raíces ni hojas verdes, solo la parte blanca del bulbo, lo más recomendable -y sostenible- es adquirir la hortaliza entera. En los mercadillos y fruterías incluso te ofrecen cortar el extremo verde, pero estaríamos tirando dinero a la basura. Las hojas del puerro también se pueden comer, como tantas otras que habitualmente se desperdician.
El uso más sencillo y tradicional que se le da al verde del puerro es reservarlo para hacer un caldo de verduras o incluso también un caldo de pollo. También es buena idea aprovechar las hojas para enriquecer una crema de verduras, o la propia vichyssoise, si no nos importa que no quede tan blanca. Pero hay vida más allá del cuchareo.
En crudo no se pueden comer, o no es muy recomendable hacerlo. Además de indigestas, son hojas muy fibrosas y duras, así que es mejor cocinarlas antes de su ingesta. Y una receta estupenda para aprovecharlas es preparar una versión de la salsa pesto, que ya sabemos que en Italia tiene multitud de variantes, más allá del pesto genovés de albahaca y piñones. Es fabuloso como receta de aprovechamiento, como demuestra la receta del pesto de hojas de zanahoria.
Tenemos varias opciones para hacer un pesto con las hojas verdes del puerro; hay quien prefiere saltearlas con un poco de aceite, mientras que otros optan por cocerlas en agua o vapor unos 10-15 minutos, hasta que están bien tiernas. Después, puedes hacer el pesto con los ingredientes que más te gusten, siempre con un fruto seco y/o semillas y el imprescindible aceite de oliva virgen extra.
Un buen pesto suele llevar, además, ajo, limón, hierbas aromáticas y queso tipo parmesano o grana padano, o algún curado similar. Picando a cuchillo, machacando con un mortero o usando un procesador de alimentos, hacer pesto en casa es súper fácil y puedes ir ajustando los ingredientes sobre la marcha a medida que lo vas probando.
Imagen | Unsplash/Ashish Ansurkar
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