El polémico impuesto sobre bebidas azucaradas en Cataluña no ha cumplido todavía un año pero ya se están notando sus efectos: el consumo de estas bebidas ha caído hasta un 22% desde que se se incrementaran los precios. Son las conclusiones de un reciente estudio elaborado por el Centro de Investigación en Economía y Salud de la Universidad Pompeu Fabra y el Instituto de Economía de la Universidad de Barcelona, que indaga en la respuesta que está teniendo la medida a corto plazo.
Pese a que la efectividad de este tipo de impuestos sigue puesta en duda, las primeras cifras son esperanzadoras y se suman a los resultados positivos de otros lugares donde se aplican medidas similares. Recordemos que en Cataluña, desde el pasado de mayo de 2017, las bebidas azucaradas han sufrido un aumento de precios que repercute directamente en el comprador, y según los investigadores hay una clara relación directa con la disminución del consumo.
Un impuesto que podría mejorar la salud de la población a largo plazo
Para los autores del estudio, el hecho de que el aumento de precio salga del bolsillo del propio consumidor final es determinante para que en apenas un año ya se perciba una disminución en las ventas de este tipo de productos. Puesto que la subida de precio ha sido mayor en los formatos grandes, también son las más afectadas.
Así, el consumo de bebidas azucaradas de gran tamaño ha caído en un 26%, mientras que en el caso de las latas y pequeñas botellas es, por ahora, del 16%. También se observa un cambio de hábitos al aumentar la venta de las alternativas sin azúcar con edulcorantes, -las llamadas zero y light-, que también inciden en la disminución general de consumo de azúcar de la población.
Es interesante que el impacto de este impuesto sea más notable en zonas no turísticas y con un mayor índice de tasas de obesidad, regiones que al fin y al cabo es donde más falta hace cambiar los hábitos de consumo de la población, especialmente entre los niños.
La propia ONU ya recomendó aplicar medidas tributarias de este tipo para combatir el sobrepeso, la obesidad y otras enfermedades asociadas a la mala alimentación y, especialmente, al exceso de azúcar en la dieta. Puesto que el consumo de azúcar a través de refrescos y bebidas es alarmante en muchos países, concretamente se instaba a subir el precio en, al menos, un 20% para que tuviera un efecto real y más rápido.
Para elaborar el estudio, se han analizado las ventas semanales de 105 productores en 160 locales de la cadena Bon Preu, que abarca un 10% de cuota de mercado en Cataluña. Asumiendo que el comportamiento del consumo será similar en otros supermercados, se estima gracias a este impuesto la reducción de la ingesta se traduce en unas 107 calorías de azúcares menos por persona cada semana.
Aunque todavía es pronto para lanzar las campanas al vuelo con las conclusiones, estos resultados arrojan algo de luz sobre cuál es el camino para reeducar nuestra alimentación. Incrementando el precio de los refrescos no solo se consigue que el comprador se lo piense dos veces antes de llenar la cesta de la compra, también puede ayudar a transmitir un cambio de mentalidad respecto a sus hábitos.
Quizá no sea tan positivo comprobar que en lugar de eliminar estos productos se opta por versiones edulcoradas, pero esperemos que los resultados sean aún más positivos a largo plazo. Lo ideal sería también que la propia industria empiece a cambiar respecto a los productos que lanzan al mercado, sin confundir ni intentar engañar con sus ingredientes.
El impuesto sobre bebidas azucaradas en Cataluña ya ofrece resultados reales, en México continúa la caída del consumo y otros países se suman a aplicar medidas similares, como el caso reciente de Reino Unido. La batalla contra el azúcar continúa, y es que sigue siendo un grave problema que afecta a toda la población mundial.
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