Recuerdo perfectamente la primera vez que sufrí un ataque de migraña, aunque entonces aún no sabía lo que me estaba pasando. Fue en plenas vacaciones de verano de mi primer año universitario; estaba dando una vuelta por el campo en bicicleta cuando noté que algo no iba bien. Me costaba ver con normalidad, tenía hormigueos en las manos y empezaba a marearme. Más tarde aprendí que se trataba de un aura.
Mucho ha llovido desde entonces y son innumerables las crisis migrañosas con las que he tenido que lidiar a lo largo de 20 años. Superado el desconcierto -y temor- inicial, tras varias consultas a médicos, neurólogos y pasar por diferentes pruebas descartando otros problemas, he aprendido a convivir con mi migraña. Es una condición para toda la vida y no me queda otra que tratar de adaptarlas a mi rutina, aunque a veces parezca imposible.
Quienes sufren migrañas habitualmente saben perfectamente lo frustrantes que son por ser tan incapacitantes. Aunque hay estudios que vinculan diferentes factores como desencadenantes de una crisis, las causas exactas no se conocen por completo, y pueden variar mucho de una persona a otra. La genética, cambios hormonales, factores ambientales, el cansancio o el estrés pueden propiciar una migraña, así como algunos alimentos.
Se vinculan los cambios químicos y las alteraciones de los nervios en el cerebro como posibles desencadenantes, por lo que recomiendan evitar alimentos ricos en tiramina, un aminoácido que regula la presión arterial, y otros estimulantes. Por ejemplo, alimentos como los quesos muy curados, pescados azules enlatados, fermentados, el chocolate, el vino o las bebidas alcohólicas en general, los embutidos y los ultraprocesados con glutamato monosódico.
En mi caso concreto, sin embargo, nunca he relacionado ninguna comida o bebida en concreto con mis migrañas. Pero sí pueden ser una buena ayuda para tratar un ataque.
Refrescos de cola, aliados contra las migrañas
Además de tener mi cajón de las medicinas siempre bien surtido de los medicamentos que sé que me funcionan -triptanes y, en menor medida, AINES-, en casa nunca falta un refresco de cola corriente. Un refresco en absoluto recomendable para su consumo habitual, pero que me ayuda, y mucho, en las peores crisis.
No es un caso equiparable el mito del Aquarius para tratar la gastroenteritis, diarreas o vómitos, que todavía colea incluso en consultas médicas. La comunidad sanitaria insiste en que una bebida azucarada no es en absoluto saludable en estos casos, y debe optarse por la hidratación vía suero oral.
En una migraña el asunto es otro. Lo explica muy bien el médico Iago López Gálvez, en un más que recomendable vídeo divulgativo del Centro Médico Pontevedra. Tras repasar de forma clara qué es una migraña y cuáles son los principales tratamientos farmacológicos, López incide en una cuestión clave para tratar con el mayor éxito posible un ataque: la rapidez de actuación y las náuseas.
Las náuseas bloquean el estómago e impiden que se absorba la medicación
El aura que mencionaba al principio, casi siempre visual en mi caso, también incapacita pero es un aviso que nos ayuda a actuar más rápidamente. En cuanto empiezo a ver destellos y puntos ciegos, ya sé que vendrá un ataque y no tengo que esperar a buscar mi medicación. El dolor pulsátil, los vértigos y las náuseas vendrán después; cuanto antes se ingiera el tratamiento, más rápido hará efecto y no corremos el riesgo de que después ya sea demasiado tarde para aplacar el dolor.
Pero esas náuseas suman otro inconveniente, como bien explica López Gálvez: la medicación oral se absorbe en el intestino delgado, y si tenemos el estómago 'cerrado', con el contenido gástrico bloqueado, ese medicamento se queda esperando hasta que por fin continúa su camino. Y pueden pasar horas si no le ponemos remedio o, peor, podríamos vomitarlo. López nos da un truco para evitar esta situación, algo que yo llevo practicando desde hace ya tiempo tras recomendármelo mi propio médico de cabecera.
Ingerir la medicación con un poco de refresco de cola me ayuda a lidiar con esas náuseas y hace que mi cuerpo la acepte mejor que solo con agua. Como explica el médico, una Coca-Cola o una Pepsi corriente ayuda a estabilizar el pH del estómago gracias a su fórmula química, reduce las náuseas y aporta azúcares de rápida absorción que son también una ayuda extra para el cerebro en ese momento. Y tienen cafeína, que es antiemética, es decir, reduce las náuseas y previene los vómitos, y puesto que un café no sería nada recomendable en un estómago bloqueado y con náuseas, la fórmula del refresco dulce sienta mucho mejor.
La cafeína ayuda a reducir las náuseas y evitar los vómitos
Da igual la marca del refresco siempre que sea cola con gas, cafeína y azúcar, la variedad estándar, pues es esta combinación de factores la que convierte a la bebida en una gran ayuda durante las crisis de migraña.
Ni qué decir tiene que no son bebidas saludables en absoluto, como el premio López puntualiza. Solo se recomiendan como tratamiento ocasional complementario a la medicación, no como refresco de consumo habitual.
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