En su famoso hit de 1936, Martha and The Vandellas comparaban el amor romántico con una ola de calor. Pero cuando nos enfrentamos a esto último lo que realmente sentimos es odio. Entonces pensamos que yendo de cañas la cosa mejorará, pero seguimos sudando y maldiciendo el día en que dijimos que este invierno se estaba haciendo largo. Las predicciones auguran que alcanzaremos los 40º C en pleno mes de mayo. Y deberíamos estar preparados.
Aunque comer y beber no ayuda demasiado a que baje la sensación térmica –en este sentido lo importante es permanecer a la sombra, en el lugar más fresco posible, y no realizar esfuerzo físico en las horas centrales del día–, lo cierto es que es importante para regular nuestra temperatura corporal y evitar el que es uno de los mayores peligros del verano: el golpe de calor.
No se trata de un problema baladí, en 2017 murieron 20 personas por esta causa y en 2015, cuando sufrimos la ola de calor más larga que recuerda el registro histórico, fallecieron 24 personas por golpe de calor, a las que hay que sumar otros 42 fallecimientos atribuibles al calor excesivo. Más allá de las oleadas, el calor reina durante todo el verano en la mayoría del país, y hay que extremar las precauciones, sin olvidar el papel de la alimentación.
Alimentación frente al golpe de calor
Como explican los expertos de la Clínica Mayo, el golpe de calor es la forma más grave de lesión por calor y ocurre cuando la temperatura corporal alcanza los 40º C o más. Ocurre por dos motivos: cuando estamos expuestos durante un tiempo prolongado a un ambiente caluroso –lo que se conoce como “insolación sin realizar esfuerzo”– o cuando realizamos una actividad física intensa en un clima caluroso –“insolación por esfuerzo”–.
La máxima en verano debe ser comer alimentos que tengan una gran cantidad de agua
En ambos casos, la afección puede aparecer por los siguientes motivos: usar demasiada ropa, lo que evita que el sudor se evapore fácilmente y enfríe el cuerpo; beber alcohol, lo que puede afectar la capacidad del organismo de regular la temperatura; y deshidratarse, al no beber suficiente agua para recuperar los líquidos que se pierden al sudar.
Es por esto por lo que la comida y la bebida que ingerimos cuando estamos expuestos a altas temperaturas tiene más importancia de la que solemos creer. Y esto es lo que debemos y no debemos tomar.
Qué comer y beber
Como norma general, la máxima en verano debe ser comer alimentos que tengan una gran cantidad de agua, nos ayuden a regular nuestra temperatura corporal y no nos deshidraten y, en este sentido, algunas de las recomendaciones pueden resultar sorprendentes.
Té y otras infusiones
Estás leyendo bien. Aunque parezca contradictorio, tomar bebidas calientes cuando hace mucho calor ayuda a regular la temperatura corporal de forma más eficiente que las bebidas frías. No es casual que en muchos países asiáticos donde hace mucho más calor que aquí, todo el mundo prefiera tomar bebidas calientes (para disgusto de los visitantes occidentales).
La sudoración y, lo que es más importante, la evaporación del sudor, es una de las vías clave para modular la temperatura corporal y mantener el equilibrio térmico. Como muestran diversos estudios –como este de 2012–, debido al aumento de la carga de calor en el cuerpo por beber una bebida caliente hay un aumento en la producción global de sudor y su evaporación que compensa el aumento de calor interno que general la bebida caliente, que se digiere muy rápidamente.
Es mejor evitar el café, pues provoca una mayor retención de líquidos
Comida picante
Como se explica en un artículo de Scientific American, la comida picante es beneficiosa para regular la temperatura corporal por el mismo motivo por el que las bebidas calientes refrescan más que las frías: el picante estimula los termosensores de la boca, haciendo que sintamos un mayor calor y, por lo tanto, sudemos más. Todo esto, claro, si podemos evaporar el sudor, por eso es importante siempre llevar la ropa adecuada.
Sandía, melón y fresa
Las frutas por antonomasia del verano son, además, unas de las que más agua contienen. En concreto, la sandía y la fresa tienen un 95 % de agua y el melón entre un 85 y un 90 % (dependiendo de las variedades).
No vamos a listar aquí lo conveniente que es introducir más frutas y verduras en nuestra dieta, pero recordaremos que, en general, siguen sin estar lo suficientemente presente en nuestras comidas y haríamos bien en incorporarlas con mayor frecuencia.
Ensaladas y gazpachos
Las verduras como la lechuga, el pepino, el apio y los rábanos están compuestas por más del 95 por ciento de agua. El tomate llega al 94. Es por ello por lo que cualquier combinación de vegetales es perfecta para consumir en verano.
Solo una advertencia. En los días de mucho calor, sobre todo si se va a comer fuera, es mejor evitar añadir mayonesa a nuestras ensaladas o cualquier otro aliño en el que se incluya huevo crudo, que es uno de los mayores causantes de intoxicaciones en verano. Poco nos va a importar refrescarnos si pillamos una salmonelosis.
Qué no comer ni beber
Las comidas y bebidas a evitar son aquellas que aumentan nuestra temperatura corporal o nos deshidratan. Y, por desgracia, muchas están presentes en nuestros menús veraniegos, por lo que, como ocurre casi siempre, es más importante saber qué no hacer.
Alcohol
Las bebidas alcohólicas y el verano parecen ir de la mano, pero no deberían. El alcohol actúa como un potente diurético que, como todo el mundo sabe, hace que orinemos con más frecuencia, lo que provoca una mayor deshidratación. Es no quiere decir que no podamos tomar unas cañas, pero si emborracharse es siempre una mala idea durante una ola de calor lo es aún más.
Tampoco es bueno esperar al invierno para ponernos ciegos. Malas noticias: el alcohol también es malo para combatir el frío. Cuando bajan las temperaturas disminuye la circulación de la sangre en las extremidades para que esta se concentre en los órganos vitales. Si el frío sigue en aumento los vasos se estrechan cada vez más. Se trata de un sistema de defensa que se contrarresta con el alcohol que, además, si se consume en exceso, debilita nuestro sistema inmune, lo que nos predispone a pillar un resfriado.
Carne (y otros alimentos ricos en proteínas)
La barbacoa es otra de nuestras pasiones veraniegas, pero, al igual que ocurre con el alcohol, no es la mejor comida en lo que respecta a combatir el calor, y no solo porque nos vayamos a torrar mientras la hacemos.
Las barbacoas son el evento idóneo para pillar una insolación
Se conoce como termogénesis a la capacidad de generar calor en el organismo debido a las reacciones metabólicas. En general, una comida copiosa conlleva una mayor termogénesis y, por tanto, genera un mayor calor corporal, pero, en concreto, son las proteínas el tipo de nutriente que más nos cuesta digerir. Así que, si vas de barbacoa en un día de mucho calor, mejor no te atiborres a salchichas y panceta y apuesta por incluir verdura. Tampoco apretarse un cocido parece una buena idea.
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Al igual que ocurre con el picante o el agua caliente, la termogénesis también aumenta la sudoración, pero genera calor interno durante mucho más tiempo. La temperatura corporal se acaba regulando, pero mientras dure nuestra digestión tendremos más calor.
Se trata de un aumento de la temperatura corporal que puede resultar anecdótico, pero si a eso le añadimos el calor del sol, la parrilla y el alcohol con el que se suele acompañar estas celebraciones, las barbacoas son el evento idóneo para pillar una insolación.
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