¿Por qué alguien decide un día volverse vegano? Más allá de modas o postureos, lo habitual es que una persona llegue a la alimentación vegetariana o vegana bien por motivos de salud, bien por una filosofía de vida guiada por el respeto a los animales y la defensa del medio ambiente. A pesar de ser una tendencia en auge, la población mundial sigue alimentándose con un exceso de productos animales, una situación que parece insostenible a largo plazo. Pero, ¿qué pasaría si todos nos hiciéramos veganos? ¿Sería la solución a muchos de nuestros problemas?
La industria de la carne y la pesca mundial están sobreexplotando los recursos naturales del planeta. No solo se llevan a cabo prácticas abusivas y crueles, tambien tiene efectos muy perjudiciales en el medio ambiente. Además, la mala alimentación es la causante de muchos de los grandes problemas de salud de la población. Reducir el consumo de productos animales podría ser la clave hacia un futuro mejor, según apunta un reciente estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Calentamiento global y mortalidad prematura
El crecimiento de la población y los actuales modos de vida han propiciado la expansión de una industria alimentaria global basada fundamentalmente en la elaboración de productos animales. Según estimaciones de la FAO, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura, silvicultura y pesca se han duplicado en los últimos 50 años, y seguirán aumentando a un ritmo alarmante si no se toman medidas efectivas. De 2700 de millones de toneladas de CO2 en 1961 se pasó a más de 5300 millones en el año 2011, con consecuencias nefastas para el medio ambiente.
La grandes explotaciones de ganadería y los cultivos necesarios para la producción de piensos y otros alimentos destinados al ganado ocupan enormes extensiones de tierra. El problema además es que la gran mayoría de los terrenos usados para pasto y pienso no se gestionen de forma sostenible y acaban desecando la tierra, haciéndola inservible para otros cultivos y aumentando la desertificación del planeta. Pero el calentamiento global que amenaza al planeta se ve afectado sobre todo por la emisión de gases procedentes del metano que produce el ganado, con un alto poder contaminante.
Al calentamiento de la Tierra se une otro de los grandes males de nuestra época: la mortalidad prematura causada por enfermedades derivadas de una mala alimentación, con un exceso de productos animales, tal y como ya advirtió la OMS. Además hay una tendencia a que las personas habituadas a depender demasiado de la carne y sus derivados en la dieta habitual ingieren un exceso de calorías, que lleva a desarrollar sobrepeso y otras enfermedades relacionadas. La mala salud de la población tiene además efectos perjudiciales en la economía de cada país, pues se invierten muchos millones en gastos sanitarios a causa de estos problemas.
¿Es el veganismo la solución? Conclusiones del estudio
Ante el poco halagüeño panorama que se nos presenta, no es la primera vez que se plantea si un drástico cambio en la alimentación mundial sería la solución. En 2009 se publicó en Spring Science un estudio llevado a cabo por autores holandeses que ya apuntaba a que modificar los hábitos alimentarios de la población podría traer beneficios para frenar el cambio climático. Más recientemente, investigadores del programa Martin Oxford del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, han publicado los resultados de su propio trabajo, en el que parecen llegar a las mismas conclusiones.
Como afirma Marco Springmann, uno de los responsables, elegir bien lo que comemos no sólo puede tener efectos significativos en nuestra salud, sino también en el medio ambiente. El estudio ofrece un análisis comparativo de esos presupuestos cambios y sus consecuencias en las grandes regiones del planeta, considerando las diferencias entre países más o menos desarrollados, orientales y occidentales. Los resultandos proyectan que tanto el clima como la salud mundial se beneficiarían de una disminución considerable del consumo de alimentos animales.
Para llevar a cabo su investigación decidieron simular cuatro escenarios hipotéticos, analizando la evolución de cuatro modelos de alimentación posibles en la actualidad: una alimentación corriente cualquiera de hoy en día; una dieta basada en las recomendaciones dietéticas generales con un consumo reducido de carne roja y procesados; una dieta vegetariana; y por último, una dieta estrictamente vegana.
Si todos siguiéramos de verdad una alimentación basada en las recomendaciones fijadas por las autoridades sanitarias, se estima que para el año 2050 se podrían evitar 5.1 millones de muertes. En el caso de una dieta vegetariana las cifran suben a 7.3 millones, llegando hasta 8.1 millones en el caso del veganismo. Más de la mitad de las muertes evitables se lograrían debido a la reducción del consumo de carnes rojas, y un 24-35% sería gracias al aumento de verduras y frutas.
En términos económicos, estas mejoras en la salud podrían traer un ahorro en gastos sanitarios de entre 700 billones y hasta 1 trillón de dólares americanos al año, entre unos X y X euros. En cuanto a los beneficios para el medio ambiente, una dieta equilibrada mundial reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero en un 29%; la opción vegetariana lo haría en un 63%, y la vegana en un 70%, trayendo también ahorro económico.
No es todo tan sencillo
Obviamente, el mundo no podría volverse vegetariano o vegano de la noche a la mañana. Sería inviable tendría consecuencias muy negativas, sobre todo por cómo funciona nuestro mundo en la actualidad. Una gran parte de la población de todo el planeta depende económicamente de la industria alimentaria, más concretamente de la agricultura, ganadería y pesca. Según la FAO, unos 1300 millones de personas se dedican a la ganadería, y la gran mayoría son pobres.
Los países menos desarrollados necesitan la ganadería y la agricultura derivada para subsistir, aunque sea malviviendo. En estos países el consmo de carne es precisamente menor porque no tienen acceso a ella, pero el resto del planeta depende de su trabajo para la industria cárnica, y muchos núcleos rurales dependen de la pesca. Y aunque parezca absurdo, abandonar las actividades ganaderas traería al principio efectos negativos sobre el medio ambiente en muchas zonas del planeta, y es que el medio ha cambiado y muchas especies se han adaptado a los nuevos panoramas, por lo que un cambio brusco podría ser fatal.
Cambios moderados pero constantes y equilibrio: la posible solución
Como los propios autores del estudio reconocen, no se puede pretender ni pedir a todo el mundo que se vuelva vegano. Cortar de raíz con los hábitos que hay hoy instaurados en el planeta tendría efectos demasiado bruscos y sus consecuencias exactas no se pueden precisar al 100%, tan sólo hacer estimaciones. Pero sí que parece estar cada vez más claro que vivimos en un panorama insostenible a muchos niveles.
Las consecuencias del abuso de los recursos naturales son bien conocidas: desertificación, pérdida de superficie forestal, contaminación atmosférica, pérdida de hielo en los polos y glaciares, aumento del nivel del mar, extinción de especies animales y vegetales, etc. El calentamiento global es una gran amenaza y una de las principales causas es nuestra forma de alimentarnos. Ese exceso de productos animales tiene además consecuencias negativas en la salud, por no hablar de las contradicciones absurdas de países obesos que desperdician toneladas de comida, frente a poblaciones malnutridas sin recursos.
La solución es compleja y no hay una fórmula mágica, pero está claro que debemos cambiar nuestros hábitos, empezando en nuestra propia casa. Ser conscientes y responsables de que nuestras elecciones tienen consecuencias, en nuestro planeta y en nuestra salud. Estudios como este apuntan a que adoptar los modos de vida de vegetarianos y veganos sería positivo para el futuro del planeta y de la humanidad, por lo que la clave está en encontrar el equilibrio. Comer de forma equilibrada, priorizando los alimentos vegetales y reduciendo las carnes rojas y derivados, sin caer en los excesos y apostando por los productos de temporada y de proximidad, es un pequeño gran primer paso.
Más información | PNAS
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