Quizá no sea uno de los electrodomésticos clave del hogar, pero una vez lo pruebas, difícilmente querrás renunciar a él. El lavavajillas ahorra tiempo, esfuerzo y también energía y agua, desinfecta con efectividad y contribuye a tener la cocina en orden. Tanto trabajo se merece un matenimiento adecuado, pues por mucho que su tarea sea lavar, el lavavajillas también hay que limpiarlo.
Hay que asumir que todo lo que está en casa habrá que limpiarlo en algún momento, y en cuestión de aparatos y electrodomésticos es una tarea crucial si queremos que funcionen correctamente para evitar averías y que estén con nosotros muchos años. Si la limpieza de la nevera es importante para mantener la seguridad alimentaria sin derrochar energía, en el caso del lavavajillas querremos que deje nuestros platos y cubiertos impolutos, desinfectados y sin dañarlos.
Además es recomendable abrir la puerta del mismo una vez ha terminado el ciclo y dejar que se evapore el vapor sobrante y salga el calor para que la vajilla termine de secarse antes de vaciarlo. Algunos modelos avanzados ya se abren solos cuando terminan. Si secamos los restos de agua que puedan quedar, mejor.
Cuándo limpiar el lavavajillas
La respuesta obvia de "cuando esté sucio" no nos sirve demasiado en este caso, pues rara vez lo veremos a simple vista. De hecho, es uno de los motivos por el que se suele descuidar su mantenimiento, algo que no pasa tanto con el horno o la misma nevera. Por eso no está de más marcarse una rutina más o menos fija que podemos incluso anotar en un calendario de tareas familiar.
Cuanto más se use, con mayor carga, mayor suciedad y más dura sea el agua, más a menudo tendremos que limpiar y revisar nuestro aparato; una vez al mes es un buen punto de partida. En cualquier caso, lo primero que deberíamos hacer es comprobar las indicaciones del fabricante, bien en el manual de instrucciones, bien en la página web de la marca o consultando al servicio de atención al cliente.
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Usa el lavavajillas correctamente
No está de más recordar que un mal uso es el primer paso para que el aparato se estropee o no funcione como debería. De nuevo, revisa las instrucciones prestando atención a todas las indicaciones de uso y mantenimiento, consejos y cualquier información que el fabricante considere relevante.
Además recuerda que los platos y demás utensilios a lavar no se deben enjuagar antes de introducirlos, solo hay que retirar los restos sólidos de alimento. Si los enjuagamos, podemos comprometer a los sensores de suciedad y la máquina podría, a la larga, dejar de rendir bien.
Colocar correctamente cada elemento en su sitio, no llenarlo de más, emplear pastillas o detergentes adecuados y escoger el mejor programa para cada uso también son cuestiones a tener en cuenta a la hora de alargar la vida de nuestro electrodoméstico. Y procura no meter objetos que no sean adecuados, pues si se rompen, también pueden averiar a la máquina.
Limpieza del filtro
Es la pieza más importante que debemos limpiar periódicamente; una vez al mes si lo usamos regularmente, aunque nos saltemos la limpieza del resto del lavavajillas si vamos con prisa. El filtro está localizado en la parte inferior, normalmente hacia el centro y bajo las aspas, y su tarea no tiene mucho misterio: filtra el agua para recoger la suciedad o impurezas y posibles elementos sólidos. Hay que limpiar el tubo y la rejilla de alrededor.
Comprueba en el manual de instrucciones o contactando al fabricante cómo se debe extraer sin dañarlo, pues algunas marcas pueden requerir el uso de un destornillador, aunque suelen sacarse simplemente girándolos en el sentido contrario a las agujas del reloj. Si hay restos sólidos grandes o piezas de algún material roto, retíralos con cuidado con las manos.
Dependiendo del nivel de suciedad, bastará con usar un cepillo bajo el agua del fregadero; si huele mal o tiene cal o moho, puedes dejarlo a remojo en una mezcla de agua caliente, jabón y un poco de bicarbonato. Si estuviera muy sucio, puedes usar un limpiador manual de vapor.
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Limpieza de las aspas
Aunque se vean aparentemente limpias, lo habitual es que acumulen grasa y/o cal. Puedes limpiarlas con cuidado sin retirarlas, aunque será más fácil extraerlas y hacerlo cómodamente en el fregadero.
Utiliza agua caliente, jabón lavavajillas o un producto específico desengrasante que no sea abrasivo, con un estropajo suave, y enjuágalas y sécalas bien antes de volver a colocarlas. Si tienen pequeños orificios usa un palillo para limpiarlos o emplea el vaporizador manual, cuya presión accederá a todas partes sin problemas.
Las bandejas y accesorios
No suelen ensuciarse tanto pero no viene mal una revisión periódica limpiándolos a mano con jabón detergente desengrasante para retirar la posible acumualación de grasa o restos de cal.
En ocasiones pueden quedarse piezas de materiales sólidos o restos de comida atrapados en sus recovecos y rejillas; no es raro encontrar trozos de papel de etiquetas y similares que se nos pasaron desapercibidos en su momento.
Sanear los conductos internos
Para dejar nuestro aparato perfecto en sus conductos y partes internas inaccesibles necesitaremos sanearlo cada mes o cada dos o tres meses, en función del uso que le demos y la dureza del agua de nuestra ciudad. Además es recomendable hacerlo después de un periodo largo de inactividad.
Lo más fácil es adquirir un producto de limpieza específico para esta tarea, que incluso podemos adquirir del fabricante concreto de nuestro aparato. Para usarlo hay que revisar las instrucciones del mismo; por lo general se colocan, abiertos, en el interior del lavavajillas vacío y se pone en marcha con el programa indicado.
Si prefieres limpiarlo más a menudo sin usar productos comerciales puedes poner en marcha de vez en cuando un ciclo de limpieza a 65º C o modo ecológico con el aparato vacío, introduciendo en el cajetín del detergente vinagre de limpieza, con ácido cítrico en polvo si quieres además eliminar olores.
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Cómo limpiarlo por fuera
Este último aspecto no afectará tanto al funcionamiento pero sí a la higiene y el aspecto estético que deje en nuestra cocina. No tiene mucho más misterio que aplicar el mismo procedimiento y productos que usemos en el resto de electrodomésticos de la cocina, suponiendo que el frente sea de acero inoxidable.
Una bayeta suave de tipo microfibra y jabón neutro o producto específico para el acero inoxidable que no sea abrasivo será más que suficiente para dejar el frente el tirador relucientes, secándolos bien.
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Imágenes | iStock - Unsplash
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