Seamos fervientes seguidores de Cupido o algo agnósticos a lo de señalar San Valentín como el día más romántico del año, la realidad es que pocos se escapan a caer en estas dulces garras para celebrar en pareja el 14 de febrero. Además, 2021 será el del San Valentín de la 'nueva normalidad', con limitaciones hosteleras y con medidas de seguridad aumentadas, por lo que este año cobra mucha más importancia saber organizar una cenita romántica en casa, sacando lo mejor de nuestro repertorio.
Por nuestra parte no te van a faltar ideas, desde menús completos a los mejores postres para San Valentín, donde el chocolate lleva la voz cantante, o, directamente 101 recetas para convertir en aún más especial el 14 de febrero.
Como no podía ser de otra manera, tampoco puede faltar el vino, así que nos ponemos manos a la obra para traerte unas cuantas sugerencias enológicas para brindar por el amor. Sin embargo, hay ciertos matices que en una noche así debemos tener en cuenta.
Aunque esté marcada en rojo en el calendario, no se estila el mismo tipo de cocina como en una Nochebuena o en Nochevieja. Menos platos, menos cantidad y la intención de tener una velada agradable -solo para dos- hace que sea una noche donde tampoco debamos tirarnos todo el día en la cocina, por lo que el recetario será algo más amable, fresco y, sobre todo, perfecto para compartir.
En la mesa y en la champanera, siempre bien a mano, no deben faltar blancos, rosados, tintos y espumosos, claro, que Cupido carga con más fuerza las flechas de aquellos que ponen champán y cava en su mesa, o al menos parece que le hace más ilusión.
Sea como fuere, hoy, además de contarte qué vinos vienen de maravilla para destilar amor, también te contaremos con qué recetas románticas puedes emparejarlos.
Marisco
Hay que ser sinceros: las ostras ganan por goleada a la hora de representar al marisco romanticón. No sabemos por qué, aunque se las presupone con poderes afrodisíacos -que nunca vienen mal en una noche así- pero es uno de los imprescindibles en este tipo de cenas. Junto a ellas, también podemos recomendar otros mariscos de concha -quizá no tan onerosos al bolsillo- para triunfar.
Unas buenas almejas, unos mejillones, quizás unas concha finas o, por qué no, si salimos de la concha, apostar por algunos crustáceos con más presencia. Al final, buscamos recetas resultonas, sabrosas, con producto de primera y donde no tengamos que estar mucho tiempo entre fogones. Es imposible no quedar bien con una cola de langosta a la plancha, con un buen bogavante, o con darse un pequeño festín entre cigalas, langostinos y centolla.
Para todo ello hay parejas perfectas, más allá de la que tú tengas esta noche, claro. Y es que al marisco no solo le va bien el vino blanco tranquilo, sino que podemos coquetear con facilidad con algunos vinos del Marco de Jerez, porque la salinidad de finos, manzanillas y amontillados le irán de perlas, o que apostemos por algún champán. Toda una declaración de intenciones para abrir fuego.
Fino Una Palma de González Byass. DO Jerez-Xérès-Sherry. Un fino que representa a la perfección la salinidad y frescura punzante de los vinos jerezanos y la uva palomino fino. Espléndido con crustáceos -pensemos en unos langostinos-, pero también con cualquier marisco como unas buenas ostras, a las que acompaña en ese toque yodado.
Fino Una Palma de González Byass. DO Jerez-Xérès-Sherry
Mar de Frades 2019. DO Rías Baixas. Puro carácter atlántico de la uva albariño. Fresca, marina y herbácea, perfecta para acompañar a mariscos a la plancha, crudos o cocidos. Un lujo muy asequible que llena de toques frescos cada plato y donde el sabor a mar está siempre presente.
Mar de Frades 2019. DO Rías Baixas
Quintaluna 2018. IGP Castilla y León. Un verdejo segoviano fermentado en barrica que se presenta largo y untuoso, ideal para mariscos con mucho sabor y a la plancha, donde los tonos tostados de la madera se hacen más notables. Una garantía de éxito en cualquier plato marino.
Quintaluna 2018. IGP Castilla y León.
AA Mirgin Opus 2015. DO Alella. Un cava ecológico y equilibrado, bien perfilado en una crianza de 36 meses, que tiene todos los aromas frutales de las uvas chardonnay y pansa blanca, pero también los sabores de una madera bien integrada. Una demostración clara de por qué iniciar una comida con un espumoso.
AA Mirgin Opus 2015. DO Alella
Dejándolo crudo
Ejecutar un ceviche, un tartar o un tataki es bien fácil y solo nos exige un poquito de destreza con el cuchillo. Mancha poco, da imagen de alta hostelería y nos ahorra mucho tiempo en la cocina, sobre todo si vamos apurados con el trabajo. Las opciones son casi infinitas y casi todas serán las reinas de Instagram durante esa noche.
Si nos vamos al pescado, las posibilidades del tartar son amplísimas, como ya te contamos aquí. Si apuestas por la carne, aunque es algo más clásica, también tendrás oportunidad de lucirte con estos trucos de chef profesional. Más allá del crudo puro, hacer un buen ceviche con una corvina o marcar unos lomos de atún para un tataki pueden ser opciones orientales y con ese toque exótico.
Para todos ellos también hay un recital de vinos, amplio, con el que coronarse antes de los postres. Al pescado puede irle bien un blanco seco o un tinto joven, mientras que la carne diversifica su abanico de tragos, dando oportunidad a blancos con crianza, tintos frescos y tintos poderosos, que además puedes utilizar también para tus segundos platos.
Vallegarcía Viognier 2018. DO Pago de Vallegarcía. Un blanco con cuerpo de tinto. Pura esencia de la cremosidad de la viognier adaptada a la mancha que aquí presenta estructura, volumen y mucha sedosidad sin renunciar a la frutalidad. Ideal para cualquier tartar con aderezos japoneses.
Vallegarcía Viognier 2018. DO Pago de Vallegarcía
Manzanilla Papirusa Lustau. DO Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda. Fresca, salina y punzante, perfecto emblema de las manzanillas sanluqueñas y a un precio ideal para adentrarse en maridajes con pescados en crudo como el atún rojo.
Manzanilla Papirusa Lustau. DO Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda
Viñas del Vero Colección Riesling 2019. DO Somontano. No estamos en Alemania, sino en Huesca, donde la frutal y aromática riesling demuestra su potencial con este vino suave y envolvente desde el primer trago, perfecto para acompañar mariscos y pescados.
Viñas del Vero Colección Riesling 2019. DO Somontano
Marko Gure Arbasoak 2019. DO Txakoli de Bizkaia. Una buena forma de redescubrir el más vasco de los vinos con el coupage de tres uvas (donde predomina la hondarrabi zuri), que alarga un vino intenso, largo y con regustos casi salinos que le irán de maravilla a cualquier plato de pescado.
Marko Gure Arbasoak 2019. DO Txakoli de Bizkaia
Haru 2019. DO Jumilla. Frescura y jugosidad para este rosado murciano elaborado con uva monastrell, syrah y garnacha. Ligero y sabroso, capaz de sacarle todo el partido a tu salmón, a tu atún o para acompañar a platos ligeramente graso con aguacate.
Haru 2019. DO Jumilla
Entrantes a la altura
Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y esto nos pasa también a la hora de elegir entremeses en una cena de esta categoría. No hace falta cargar la mesa, sino elegir un buen producto y poner unas pinceladas de ello. Es hora de apostar por quesos, embutidos de calidad (patrios y extranjeros, como estos italianos) y algún foie, si te apetece, evidentemente.
No te van a complicar con la cocina, van a hablar por sí solos y los puedes comprar el mismo día de San Valentín, así que no tendrás que preocuparte porque lleguen en perfecto estado. Los tendrás listos en unos minutos -solo recuerda que debes atemperarlos ligeramente- y con un poquito de pan o unos crackers los podrás disfrutar casi de inmediato.
Las opciones enológicas aquí son eternas, independientemente de lo que elijas, si echas un vistazo a este tema, podrás ver qué vinos te recomendamos para comer queso, embutido o foie. Generalmente, a un queso suave le irá bien un blanco ligero o un rosado; a un queso potente le pueden ir bien los generosos y tintos muy frutales; al ibérico un vino de Jerez como un fino o incluso champán y al foie, como no, la pareja de baile perfecta de los vinos dulces.
Fino Arroyuelo. DO Jerez-Xérès-Sherry. Un vino de Chiclana (Bodegas Primitivo Collantes) salino, resultón y de los que piden una segunda copa que le irá de maravilla a embutidos elegantes con un punto de sal, como un buen ibérico, pero también a otras chacinas no demasiado contundentes.
Fino Arroyuelo. DO Jerez-Xérès-Sherry.
P.F 2019 (Bodegas Ponce). DO Manchuela. Convertidos en vinos de autor, los vinos de esta bodega castellanomanchega empiezan a ser objeto de culto por coleccionistas que buscan vinos frescos, de terruño y versátiles. En este caso, un diez para maridar con quesos curados.
P.F 2019 (Bodegas Ponce). DO Manchuela.
Arx 2017. IGP Cádiz. Pensar que en las tierras gaditanas no hay tintos, ni crianzas, es un error y Arx lo demuestra desde bodegas Tesalia con esta mezcla de syrah, tintilla de rota y petit verdot, que le irá de fábula a tus embutidos y a quesos con una intensidad media-alta.
Arx 2017. IGP Cádiz
Telescópico Garnacha 2017. IGP Valdejalón. Perfecta representividad de la frescura, potencia y jovialidad de la garnacha aragonesa que desde bodegas Frontonio reivindica una uva jugosa, plena y muy mineral, a la que puedes acompañar de salchichón, jamón, chorizos elegantes y quesos con carácter.
Telescópico Garnacha 2017. IGP Valdejalón.
Verduras
San Valentín es una noche marcada en el calendario, pero eso no significa que sea una noche de despliegue gastronómico en una docena de platos. Siendo sinceros, no es Nochebuena o nochevieja y no tenemos la intención de irnos a la cama como si nos hubiera arrollado un camión.
Recurrir con elegancia a la verdura puede hacer sencilla, ligera y resultona nuestra comida. Algunas preparaciones a la plancha, a la parrilla, o en un wok, con alcachofa, espárrago o un poquito de calabacín -perfectos si les añades un toque asiático con alguna salsa como la de ostras o la teriyaki- te pueden presentar un entrante fácil, económico y con el que desatar las hostilidades amorosas sin encerrarte en la cocina. Todo ello sin perder de vista a las ensaladas: divertidas, frescas y rápidas como las que te traemos aquí.
Maridar la verdura no es complicado, aunque hay que prestar cierta atención a no eclipsarla demasiado. Olvídate de los vinos muy poderosos y también de sabores demasiado golosos y triunfarás, ya sea con un buen blanco de Rueda, con algún albariño de Rías Baixas bien coqueto o con una forcallat valenciana o de Jumilla bien fresca.
Menade Sauvignon Blanc 2019.IGP Castilla y León. Un vino honesto, perfumado y sencillo donde la limpieza y claridad de la sauvignon blanc encuentra un terreno idóneo en los campos de Valladolid. Fresca, herbácea y larga para acompañar cualquier tipo de verdura a la parrilla o a la plancha.
Menade Sauvignon Blanc 2019. IGP Castilla y León.
La Choza 2018, Bodegas Callejuela. Vino de España. Una bendita rareza que destila el potencial de la uva palomino fino -típica de los vinos de Jerez- que aquí se fermenta en barrica y se vendimia tarde, para dar una uva golosa, larga e intensa que te conquistará.
La Choza 2018, Bodegas Callejuela. Vino de España.
Jean Leon 3055 Rosé 2019. DO Penedès. Nos vamos al Penedès para brindar con la jugosidad de un rosado de pinot noir, muy al estilo de las grandes pinot francesas, que aquí se muestra fresca, penetrante y floral, con la que cualquiera de tus verduras se vendrá arriba.
Jean Leon 3055 Rosé 2019. DO Penedès.
Casa Castillo El Molar 2019. DO Jumilla. Otra de las jumillanas que han puesto a los vinos murcianos en el mapa. Fresca, fluida y golosa, con un punto mineral que va bien con los aliños de cualquier verdura a la plancha o a la parrilla.
Casa Castillo El Molar 2019. DO Jumilla
La forcallà de Antonia 2018. DO Valencia. Cerramos con otra bendita rareza, muy hortelana, como es este tinto valenciano que ofrece Rafa Cambra, experto en recuperar vides levantinas. Carnoso, aromático y largo, ideal para extender la velada con él.
La forcallà de Antonia 2018. DO Valencia
Pastas y arroces
La película de La dama y el vagabundo de Disney hizo mucho bien para convertir la pasta en un ingrediente romántico. Más aún cuando imaginamos el plato en una pequeña trattoria con un mantelito de cuadros, un Chianti al lado y música de violín de fondo. Quizá no sea el día ideal para luchar contra los estereotipos y sí un buen día para desempolvar nuestras mejores recetas de pasta.
La realidad es que no presentan complicaciones en la ejecución, no nos van a exigir mucho tiempo y la clave estará en la salsa, que podemos hacer con antelación y darle un ligero calentón antes de llevar a la mesa. El arroz exige algo más de atención, pero un risotto o un caldoso, ideales para no obligarnos a estar tan pendientes del punto, también tienen un poderoso encanto romántico.
Tampoco dejemos de lado el exotismo que una noche así demanda y que puede darnos la oportunidad de desplegar nuestras dotes más japonesas. El sushi es, a priori, sencillo y nos puede ayudar a sumar muchos puntos. Nigiri, temaki o sashimi pueden ser buenas formas de deslumbrar en una cena así y hacer al arroz protagonista de una forma diferente.
En cualquier caso podemos apostar por vinos tintos jóvenes o por blancos con cierta presencia, sobre todo si vamos a apostar por salsas de queso o de nata. A platos más marineros les pueden ir bien blancos atlánticos, rosados muy frutales o tintos con una acidez resultona.
El Xitxarel·lo 2018. DO Penedès. Limpia, mineral y aromática, ideal para acompañar pastas y arroces cremosos se presenta esta xarel·lo del Penedès, que también podría encaminar bien tus pasos con pescados y mariscos.
El Xitxarel·lo 2018. DO Penedès.
Lapola 2018. DO Ribeira Sacra. Un elegante vino gallego que sabe lidiar con arroces melosos y con pescados, reivindicando la uva godello bien integrada en una madera suave, que respeta su acidez y cremosidad. Otro de los vinos a seguir de la bodega Dominio do Bibei.
Lapola 2018. DO Ribeira Sacra.
Cullerot 2019. DO Valencia. La bodega Celler del Roure, entusiasta del vino ecológico y de la uva autóctona valenciana, pone en bandeja de plata este multivarietal blanco, limpio y jugoso, cargado de aromas frutales, que le irá de maravilla a una paella, pero también a cualquier tipo de arroz.
Cullerot 2019. DO Valencia
Barcolobo Lacrimae Rerum Rosado 2019. IGP Castilla y León. Un rosado de lágrima con uva 100% tempranillo limpio, con aire provenzal y fresco en el paladar y en la nariz, que es además muy frutal, con recuerdo a fresa y frambuesa, y que le vendrá de perlas a arroces y pastas con fondos delicados de pescado.
Barcolobo Lacrimae Rerum Rosado 2019. IGP Castilla y León.
Dominio de Anza Selección de Parcelas 2018. DO Bierzo. Un 100% mencía frutal, equilibrado, expresivo y con una acidez que invita al segundo trago y que demuestra una versatilidad impecable en mesa; pasta, arroz, carne, pescado o entrantes pueden ser sus consorte sin ningún tipo de problema.
Dominio de Anza Selección de Parcelas 2018. DO Bierzo.
Pescado
Puede que en la vida el tamaño no importe, sino la calidad, pero en una noche como la de San Valentín importa también el tamaño (de las raciones). Hablamos de cenas íntimas de, generalmente, dos personas. Si sois más, no vamos a decir nada. Por eso, es un día perfecto para buscar pescados de ración no demasiado grandes y que sean sencillos de resolver.
Es un buen día para reconciliarse con el pescado al horno. Pensemos por ejemplo en una lubina, una dorada o una corvina pequeñita, que puedan asarse con unas patatas y nos ofrezcan un segundo impresionante por muy poquito dinero. Es un día perfecto para recurrir al horno porque nos permite temporizar muy bien las recetas, impidiendo que se queden frías y dándonos margen con el resto de platos. Incluso puedes sacar todo el partido a una papillote, donde lucen especialmente los pescados más grasos, como podrías ser el salmón.
Quizá no sea el día de la plancha, para evitar olores y para estar muy encima de ello. Así que recurre al horno y deja que un blanco con crianza o un tinto con cierto cuerpo se encarguen de darle brillo en la copa a tu pescado favorito
Lusco 2019. DO Rias Baixas. Un honesto vino donde la uva albariña reivindica frescura, carácter salino y herbáceo con el punto atlántico que se le pide a esta zona donde los vinos casi han nacido para acompañar al pescado.
Lusco 2019. DO Rias Baixas
Louro 2019. DO Valdeorras. Un blanco gallego de interior, intenso y acaramelado con la godello como protagonista, que así presenta un regusto ácido que invita a una segunda copa y que marida perfectamente con pescados, mariscos, cocina asiática y, si nos ponemos, con carnes blancas no muy condimentadas.
Louro 2019. DO Valdeorras.
Mahara 2015. Vino de la Tierra de Cádiz. un tinto peculiar, gaditano y fresco que hace de la tintilla de rota su razón de ser, criada en los suelos que dan salinidad a las uvas blancas de palomino fino. Seco, mineral y ahumado, perfecto para un pescado a la brasa o para un gran crustáceo como langosta o carabinero.
Mahara 2015. Vino de la Tierra de Cádiz.
Pico del Mirlo 2017. DO Vinos de Madrid. Una garnacha crecida en las alturas de Gredos que tras pasar algo más de un año en barrica demuestra nervio, frescura y jugosidad, para darle una gran oportunidad de destacar junto con pescados al horno de mucho sabor como besugos, rodaballos o virreyes.
Pico del Mirlo 2017. DO Vinos de Madrid.
Escalada do Sil 2017. DO Valdeorras. Un coupage atípico de merenzao, mencía y garnacha tintorera para este gallego de interior que se demuestra vivo, fresco y muy mineral, ligeramente matizado por 15 meses de madera que potencian toda su expresividad. Ideal para pescados al horno que tengan potencia propia o por la sazón.
Escalada do Sil 2017. DO Valdeorras
Carnes
Posiblemente no sea el día del cordero, ni de la chuleta con larga maduración. Los idolatramos como platos, pero el romanticismo de una chuleta de vaca de 800 gramos es prácticamente nulo y no es una aliada para irse a dormir después de ella. Apostemos hoy por cortes más ligeros, menos cantidad y más ternura -también en la mesa-.
Un solomillo con una guarnición sencilla y una buena salsa serán suficientes para no enredarse más de la cuenta. Puedes apostarlo a la ternera o confiarlo al solomillo de cerdo, que da muy buen resultado, o darle salida a alguna pieza de ibérico como la presa o el lagarto.
También puedes apostar por alguna carne de caza no demasiado intensa, o en algún animal de granja como el pato, el pichón o la codorniz. Quizá este sea el mejor día para sacar un reserva o un gran reserva y celebrar como se merece. Tintos poderosos y largos, con mucho cuerpo, que puedas extender en la sobremesa y hasta el postre, con los que descubrir su versatilidad.
Guímaro Fince Meixmán 2018. DO Ribeira Sacra. Una colorida mezcla de uvas gallegas dan vida a este Guímaro intenso, especiado y mineral, que aún conserva frescura suficiente para ser largo en boca durante buen rato y que le hará perfecta compañía a tus carnes, incluso a asados o carnes rojas.
Guímaro Fince Meixmán 2018. DO Ribeira Sacra.
Pruno 2019 DO Ribera del Duero. Frutal, bien estructurado y con la jugosidad que da la uva tempranillo, Pruno, el 'pequeño' de Finca Villacreces, vuelve a las andadas y esta vez os recomendamos su presencia en un mágnum que bien podréis utilizar como regalo o para brindar en casa con calma. Un tintazo asequible de los que no tienen fallo.
Pruno 2019. DO Ribera del Duero.
Finca Torremilanos, Torre Albéniz, 2016. DO Ribera del Duero Largo, elegante y fiel a la tempranillo, con un cuerpo suculento que le hacen perfecto para acompañar todo tipo de carnes y que, si no te bebes hoy, podrías guardar en bodega para al menos otros cinco años.
Finca Torremilanos, Torre Albéniz, 2016. DO Ribera del Duero
Aistear 2015. DOCa Rioja. Uno de esos tesoros ocultos de Rioja donde la frutalidad del vino persiste a pesar de un ligero paso por madera, mimado en Bodega 202. Ideal para tomar ya o para darle tiempo en bodega. Fresco, mineral, frutal y de trago muy largo que podrás acompañar de cualquier tipo de carne.
Aistear 2015. DOCa Rioja.
Dominio de Tares Cepas Viejas 2016. DO Bierzo. Una mencía pulida por un paso en madera que ronda el año pero que se mantiene vibrante, con nervio y muy mineral, vestido en tonos violetas que la hacen aún más interesante y que puede ser tu 1. partenaire ideal para carnes intensas pero también para cortes más delicados.
Dominio de Tares Cepas Viejas 2016. DO Bierzo
El momento del postre y del brindis
Algo de chocolate en pequeña cantidad, quizá una pequeña tartaleta -pensemos en el limón o en el queso-, un merengue sutil o, por qué no, algo más frutal y refrescante. Las opciones de postres para San Valentín nos permiten cierto lucimiento y mucha versatilidad, de las que puedes tomar algunas ideas aquí.
Al chocolate le irá bien, según su intensidad, un vino tinto viejo, pero también un vino de Jerez o de Montilla-Moriles como un palo cortado o un oloroso. Si nos vamos a la fruta, dale espacio a un vino dulce aún fresco, no demasiado empalagoso, y no dejes de lado el brindis final con una copa de champán, claro. Quizá no sea el maridaje más indicado pero una vez fuera de la mesa, pocos tragos se prestan igual a ese fin o comienzo, quién sabe, de fiesta.
Dolç Mataró. DO Alella. Nos pasamos a la fase dulce con este goloso, pero no empalagoso, tinto de Alta Alella con uva mataró que no se deja pasificar, aunque sí se vendimia tardíamente. El resultado es un fresco y sutil tinto dulce que podrás acompañar de tus mejores postres con chocolate.
Dolç Mataró. DO Alella
Astobiza Vendimia Tardía 2018. DO Txakoli de Álava. Bautizada como izkiriota en Euskadi, la uva gros manseng demuestra frescura, jovialidad y un trago largo y sugerente con esta vendimia tardía de Álava, tierra de txakoli, donde el carácter envolvente le dota de una dulzura ligera. Ideal para todo tipo de postres, en especial cremosos y helados.
Astobiza Vendimia Tardía 2018. DO Txakoli de Álava
Bollinger Brut Rosé. AOP Champagne Aunque bien podría habernos guiado este champagne durante de toda la comida, lo reservamos para los postres y para el brindis final. Intenso, cremoso y con un trago largo y gustoso, con una burbuja discreta pero refrescante, que podrás compartir con cualquier postre frutal.
Bollinger Brut Rosé. AOP Champagne
Mestres Clos Damiana Gran Reserva Vintage 2004. DO Cava. Nada que envidiar, o muy poco, con este cava brut que mestres elabora con la trilogía habitual del espumoso catalán (parellada, macabeo y xarel·lo). Paladeable, estilizado, ligeramente punzante y muy aromático, que puede ser un cava gastronómico con el que acompañar cualquier tipo de plato. Un lujo cercano y casero para convertir en cava de referencia.
Mestres Clos Damiana Gran Reserva Vintage 2004. DO Cava
André Clouet Un Jour de 1911. AOP Champagne. Ponemos el broche dorado con un champán gastronómico, auténtico tesoro, para este blanc de noirs que ha pasado hasta ocho años reposando en botella. Un lujo que bien merece que Cupido acierte para descorchar esta pinot noir lujosa -pero accesible- con la que brindar en la noche más romántica del año.
André Clouet Un Jour de 1911. AOP Champagne.
Imágenes | Directo al Paladar / iStock
En Directo al Paladar | Las mejores recetas de postres para San Valentín
En Directo al Paladar | 101 recetas para triunfar en una cena romántica de San Valentín