Es posible preparar helados caseros sin equipamiento especial, pero el proceso se simplifica enormemente cuando contamos con una heladera. Para invertir en una de estas máquinas hay que pensárselo dos veces, no tanto por el precio, sino más bien por el espacio que ocupará un aparato que, en principio, tiene un uso limitado. Sin embargo, con un poco de creatividad podemos sacarle mucho más partido aprovechando su diseño para otros menesteres, y no solo en verano.
Un utensilio para todo el año
Hay que recordar, además, que por mucho que nos empeñemos en asociar los helados al estío, no es la mejor época para disfrutarlos. El calor extremo dificulta su elaboración y estropea rápidamente la textura óptima de los helados, y son un postre exquisito que merece la pena degustarse también en los meses fríos. No en vano siempre está presente en la carta de los mejores restaurantes, y es una opción muy a tener en cuenta para poner la guinda a menús copiosos como los de fechas navideñas.
Pero volviendo a la temporada que nos ocupa, una máquina heladera de las gamas más asequibles nos ofrecen un diseño muy versátil precisamente en su falta de compresor. Recordemos que estos modelos suelen estar formados por un cuerpo al que se añade una cubeta con doble pared, cuyo líquido interior tiene que congelarse previamente para enfriar la mezcla mientras se bate.
Lo que en principio es un lastre, obligándonos a tener ese armatoste en el congelador antes de poder elaborar nuestros helados, podemos usarlo a nuestro favor. Solo hay que echarle un poco de imaginación para sacarle partido y así animarnos a darle mucho más uso a la máquina todo el año; o al menos, a la cubeta. Así no estará criando telarañas heladas junto a los guisantes congelados durante meses.
Enfriador de vino y otras bebidas
Los enfriadores de vino, espumosos y bebidas similares lucen muy bien en los grandes restaurantes, pero poca gente tiene uno en casa. Es raro adquirir uno por voluntad propia salvo que tengamos claro que vamos a usarlo muy a menudo, o que haya caído en algún regalo. Son un trasto condenado a caer en el olvido en un armario, y cuando llega el verano ni te acuerdas de dónde lo metiste.
Con la cubeta de una heladera conseguimos el mismo efecto que estos utensilios: un contenedor muy frío que conservará las bajas temperaturas durante toda la velada. Podemos llenarlo de hielo para potenciar más el efecto, pero salvo días extremadamente calurosos, con sacarlo del congelador después de varias horas será más que suficiente.
Nevera portátil
Con la misma premisa podemos aprovechar este recipiente como neverita de emergencia para mantener fríos ciertos alimentos o bebidas, por ejemplo en una velada que organicemos en la piscina, una barbacoa en el jardín o alguna salida a la playa, si nos alojamos cerca. Pueden ser muy útiles para disponer los polos de hielo tipo flash esperando a que los niños salgan del agua.
Lógicamente no nos servirá para mantener la seguridad alimentaria de platos potencialmente peligrosos durante muchas horas de calor -ensaladillas, tortillas, etc), pero sí será una gran ayuda para tener la fruta fresca, el agua o los aperitivos. Hay que evitar exponerla al sol y siempre se puede cubrir con una tela para proteger un poco más el contenido.
Para hacer granizados
En ocasiones se nos olvida que con una heladera podemos hacer también granizados caseros, ya sea clásicos como el de limón, café o leche merengada, o una versión más elaborada con sandía o cerezas. Solo tenemos que preparar la mezcla triturada o batida de fruta, agua y el endulzante deseado -en caso de ser necesario-, y poner en marcha la máquina hasta tener la textura deseada.
Si se volviera demasiado sólido, basta con rascar un poco con un tenedor, y para congelarlo y tomarlo más tarde, se puede dejar atemperar un poco antes de triturarlo completamente con un robot o batidora.
Refrescos súper refrescantes
Más simple todavía es la versión veraniega de los refrescos que solemos tomar todo el año -y que ya sabemos que deberíamos consumir con mucha moderación, especialmente si son azucarados-. En Estados Unidos llaman slushies a esta bebida a medio camino entre granizado y un refresco frío, con máquinas específicas que también abundan en los parques de atracciones y diversos comercios.
Podemos hacer nuestra versión casera simplemente llenando la cubeta helada de la máquina con el refresco que más nos guste, comercial o casero. Dependiendo del nivel del hielo que busquemos, la dejaremos en marcha más o menos tiempo. Aquí se abre el campo de experimentación casera para tardes tórridas de aburrimiento en casa; ¿quién se anima a probarlo con cerveza o la sangría?
Enfriador de urgencia de agua, leche y otros líquidos
Si nos hemos quedado sin agua fría, siempre tenemos el recurso de echar unos cubitos de hielo al vaso o la jarra, en el caso de que nos hayamos acordado de reponer las reservas de la cubitera. El problema viene si son otros líquidos los que se han agotado y nadie ha respuesto, como la leche o bebidas vegetales.
Tomar los cereales del desayuno o la merienda con leche caliente no es muy apetecible si el termómetro ya supera los 30ºC, y agregar cubitos al tazón no es muy buena opción. Pero si ponermos en marcha la heladera unos minutos, tendremos nuestra ración de líquido bien fría en poco tiempo, sin aguarla.
Para bajar la temperatura de ciertas masas
Hacer pan y otras elaboraciones de masas en pleno verano supone un reto para valientes, no solo por el calor que da el propio horno. Ya sabemos que el frío y las fermentaciones largas sientan mucho mejor a los panes y bollos, especialmente si trabajamos con masa madre o prefermentos. En verano, las masas se descontrolan y no son fáciles de trabajar.
Si enfriamos la cubeta de la heladera un tiempo prudencial, o dejamos que pierda un poco el hielo congelado a temperatura ambiente, nos vendrá bien tenerla a mano para enfriar un poco masas que se calientan demasiado durante la elaboración, por ejemplo en la fase de mezclado, autólisis, entre amasados o levados. También es buena idea usarla para enfriar la harina antes de comenzar a trabajar.
Gazpachos y salmorejos siempre fríos
Lo ideal para preparar un gazpacho o cualquier otra sopa fría es partir de ingredientes ya previamente enfriados. En caso contrario, nos queda el imprescindible paso de reposo en la nevera antes de servir, pero hay veces que el tiempo apremia.
Añadir hielo a un gazpacho debería ser un crimen penalizado, así que preferimos usar nuestra heladera para enfriarlo rápidamente en cuanto lo hemos preparado. Esto se puede aplicar también a otras cremas o dips que sientan mejor en pleno verano si han pasado por la nevera, como el hummus o un guacamole.
Contenedor de hielos
Para esas largas veladas veraniegas en el jardín o la piscina, cenas sin fin en la terraza o a salvo dentro de casa, nada más cómodo que disponer las bebidas frías en una nevera portátil y disponer de hielos en un congelador cercano. Ahórrate adquirir nuevos trastos o viajes a la cocina llenando la cubeta de la heladera, ya congelada, con los cubitos de hielo.
Es también un recurso a tener en cuenta fuera de la temporada veraniega, por ejemplo en las fiestas de Navidad, cuando el congelador suele estar a tope pero necesitamos tener hielos para las bebidas de las celebraciones.
Para montar nata
Uno de los trucos imprescindibles a tener en cuenta cuando queremos montar nada casera es mantener todo a temperatura muy baja. Eso incluye la propia nata y los recipientes y utensilios a usar.
Siempre ayuda dejar las varillas y el cuenco en el congelador unos minutos, pero en pleno verano el efecto se puede anular en cuestión de un suspiro. Montar la nata dentro de la cubeta fría de la heladera nos ayudará a conservar esa temperatura baja; hay que tener cuidado, eso sí, de que no esté completamente congelada por dentro, o podría helarse antes de montarla.
Café y té frío al instante
Ya hemos repasado los mejores métodos para hacer el mejor café con hielo en casa sin aguarlo. Cuando sencillamente queremos disfrutar de una infusión fresquita, con café, té o hierbas de otro tipo, la heladera también será nuestra mejor aliada.
Incluso podemos aprovecharla para hacer el proceso de la infusión directamente en frío, algo para lo que ya están diseñadas algunas mezclas comerciales con diferentes sabores. Tendremos menos amargor y un aroma intenso muy refrescante en cuestión de pocos minutos.
Atrévete con helados y sorbetes salados
No es precisamente una gran novedad en la cocina profesional -más bien al contrario-, pero aún llama mucho la atención a nivel doméstico. Sorprender en casa con helados o sorbetes salados puede ser una forma divertida de darle una vuelta a nuestros platos de siempre, y no hace falta volverse locos con sabores imposibles.
Todas las sopas y cremas frías son aptas para transformarlas en refrescantes helados más o menos cremosos que podemos servir de muchas formas distintas. Por ejemplo, coronando una ensalada verde con una bola de granizado de tomate, o disponiendo una tabla de jamón con una quenelle de salmorejo. Cualquier salsa cremosa también es susceptible de transformarse en una versión helada; puede ser buena idea jugar con los acompañamientos de carnes a la brasa, con un helado de mostaza o de queso.
Nos dará también mucho juego para jugar con contrastes de texturas, quizá sirviendo una copa de helado de ajoblanco o gazpachuelo con su guarnición de uvas, melón o jamón. Creatividad al poder.
Fotos | Unsplash - Pixabay - Ideas in food
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