13 habitantes y una desconocida iglesia románica: el pueblo de Guadalajara que esconde un tesoro único

Se podría hablar de la cumbre del románico rural en España

Pueblo Guadalajara
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En la provincia de Guadalajara, existe una pequeña localidad que, aunque casi deshabitada, alberga un valioso tesoro arquitectónico del románico tardío. Carabias, una antigua pedanía del municipio de Sigüenza, cuenta con apenas 13 habitantes y una iglesia que, pese a su relevancia histórica, permanece en gran medida desconocida.

Al llegar a Carabias, es común encontrar los bancos de la Calle Real, situados frente a la iglesia, completamente vacíos. Estos asientos vacíos son un reflejo de la España vaciada, donde abundan los espacios para descansar al sol que casi nadie utiliza. Lo que más sorprende en Carabias es la posibilidad de contemplar en soledad una joya del románico tardío, rodeada de un entorno natural y silencioso.

Esta antigua pedanía de la provincia castellanomanchega está oculta por una espesa alameda en medio de una alta planicie que parece asegurar su anonimato, a pesar de su proximidad a la medieval Sigüenza. Sin embargo, Carabias es un afortunado hallazgo que se encuentra al recorrer la antigua carretera comarcal a ritmo lento desde Palazuelos, el único pueblo completamente amurallado de Guadalajara.

La Iglesia de San Salvador, construida en el siglo XIII, se encuentra en un costado de la cuesta que da acceso al pueblo, junto a los bancos de la plaza. Es como si los estratos históricos fueran visibles a simple vista: la baja Edad Media por un lado y lo contemporáneo por otro. La torre-campanario de planta rectangular, situada en el lado meridional del ábside, es un añadido posterior que se asoma como un magnífico mirador hacia la vega y otros pueblos cercanos igualmente despoblados.

De planta rectangular y con una sola nave totalmente restaurada, la iglesia es un ejemplo de la importancia que alcanzó la arquitectura románica en unas tierras donde el arte avanzaba a duras penas, a medida que los reinos cristianos iban dibujando nuevas fronteras con los musulmanes.

El románico rural de Guadalajara adquiere así una identidad propia, con construcciones modestas de estructura robusta y decoración sencilla, propias de poblaciones pequeñas como Carabias, dependientes de villas importantes como Sigüenza y Atienza, hoy unidas por una carretera comarcal que se interna por un paisaje que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, la sencillez y armonía de la iglesia está llena de una belleza atemporal que emociona cuando se contempla.

El gran atractivo de la iglesia de San Salvador es su espléndido atrio porticado, compuesto de dobles columnas con capiteles decorados con motivos vegetales austeros pero elegantes. Si la iglesia de San Bartolomé de Atienza tiene siete arcos de medio punto, uno de ellos usado como entrada a la iglesia, la iglesia de Carabias cuenta con veinte, el más grande entre las iglesias rurales románicas, por lo que se puede considerar como la cumbre del románico rural.

Este atrio porticado no solo es un elemento arquitectónico de gran belleza, sino que también servía como lugar de reunión para la comunidad, protegiendo a los fieles de las inclemencias del tiempo antes de entrar al templo. Además, permitía la celebración de actos litúrgicos al aire libre, lo que era especialmente útil en épocas de grandes congregaciones.

La ubicación de Carabias, en una alta planicie y rodeada de naturaleza, ofrece al visitante una sensación de paz y tranquilidad difícil de encontrar en otros lugares. A pesar de su reducido tamaño y escasa población, Carabias es un ejemplo de la riqueza patrimonial que se puede encontrar en los rincones más recónditos de España.

Imágenes | KarSol en iStock

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