Una pizca de Orient Express, algo de Transiberiano y una estética similar a una película de Wes Anderson. Cruzar algunos de los valles más espectaculares de Suiza por apenas 30 euros supone todo un regalo –navideño o no- para vivir una experiencia al más puro estilo El gran hotel Budapest.
Se trata de un tren panorámico, cuajado de cristaleras, que hace el recorrido entre Zweisimmen y Montreux, cruzando paisajes de cuento. Desde vacas pastando en prados hasta icónicas cabañas de madera, todo bajo el testimonio de los imponentes Alpes suizos y las impresionantes vistas del lago Lemán.
Su nombre es GoldenPass Panoramic y forma parte de las líneas de ferrocarril que Suiza dispone, dentro del Grand Train Tour, y que supone un planazo, aunque solo sea por la experiencia del viaje, para cualquier turista.
Una vez en Montreux, las recomendaciones de qué hacer en la zona se consolidan con naturaleza, gastronomía y cultura. Un buen plan para foodies es continuar sobre las vías para ir de Montreux a Broc, donde se encuentra la fábrica de chocolate Maison Cailler en un viaje de ida y vuelta de siete horas y media que incluye la visita a la fábrica.
Para planes culturales, combinar la actividad con la visita al Castillo de Chillon parece otra visita más que recomendable. Situado a las afueras de Montreux, este singular castillo ocupa un pequeño islote en la bahía del lago, lo que lo convertía en la fortaleza más inexpugnable de la zona.
Por último, para los que estén buscando planes al aire libre y de naturaleza desbordada, podemos continuar con trenes, pero cambiando hacia el tren cremallera de Rochers-de-Naye, que sale de Montreux y nos eleva a más de 2.000 metros de altitud.
El tren cremallera de Rochers-de-Naye. ©My Switzerland.
Desde cuya parada se domina toda la perspectiva del lago Lemán y donde, además, hay un jardín alpino y un restaurante panorámico que ofrece cocina local y estupendas fondues con las que coronar la experiencia.
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