Los cinco bosques más mágicos de Catalunya para terminar el otoño por lo más alto

Copas teñidas de rojo, hojarasca que empieza a volar, y picos enharinados de nieve son algunas de las panorámicas desde estos rincones verdes

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El otoño es capaz de transformar cualquier espacio en un espectáculo natural de colores digno de admirar con su tinte rojizo sobre cualquier paisaje (incluso, el urbano, tan impasible a los cambios).

Bosques llenos de vida se tiñen de tonos ocres, rojizos y dorados, convirtiéndose en destinos mágicos para quienes buscan desconectar y dejarse envolver por la magia de la estación de los embrujos y las castañas.

Catalunya, con su paisaje montañoso en gran parte de la comunidad, cuenta con numerosos bosques llenos de encanto en los que perderse en una escapada de fin de semana, en familia o solos, para reconectar con la naturaleza que nos llama desde muy adentro.

El Montseny

Uno de los bosques más destacados de Catalunya, y más frecuentados, es el Parc Natural del Montseny. Este bosque, uno de los más cercanos a Barcelona, sobresale por sus castaños y hayas, en un paraíso otoñal que combina senderos accesibles con paisajes que parecen salidos de un cuento.

La quietud del lugar es ideal para una escapada relajante, sobre todo, si se va entre semana. El fin de semana, sus caminos son algo más transitados, pero igualmente mágicos.

Bosc de Virós

El Bosc de Virós, en el Pirineo de Lleida, es otro imprescindible. Sus pinos y abetos forman un entorno único para senderistas y amantes de la fotografía. Además, su altitud ofrece vistas panorámicas inigualables del valle cubierto de hojas otoñales.

El silencio y los aromas a humedad consiguen abrazar muy fuerte a un visitante que se marcha a su hogar totalmente estimulado por el enorme peso de la naturaleza en este enclave del Pallars Sobirà.

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Fageda d’en Jordà

Para quienes buscan un toque más místico, el Fageda d'en Jordà, en la Garrotxa, es un bosque de hayas que crece sobre terreno volcánico. Sus senderos fáciles de recorrer son perfectos para familias y ofrecen una experiencia inolvidable bajo un dosel de hojas doradas.

Este es uno de los bosques clásicos para cualquier local o turista, y no lo es en vano, pues pasearse entre las enormes raíces de este hayedo es una experiencia entre mística y divertida que hay que probar al menos una vez en la vida.

Parc Natural Alt Pirineu

El Parc Natural de l'Alt Pirineu destaca por sus bosques milenarios y su diversidad paisajística: aquí hay mucho donde elegir, siempre envueltos en el frío de las altas montañas.

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Sus rutas permiten observar el cambio de estación en todo su esplendor, desde valles cubiertos de hojarasca hasta picos ya tocados por la nieve. El otoño es un momento ideal para ver cómo el invierno llama a la puerta y empuja para entrar.

Bosc de Poblet

Por último, el Bosc de Poblet, junto al monasterio homónimo en la provincia de Tarragona, combina historia y naturaleza. Sus robledales y encinares son el lugar perfecto para conectar con la esencia del otoño mientras se disfruta de un entorno culturalmente enriquecedor.

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El plus de este bosque es que tiene una ruta fácil para hacer con niños, conocida como Bosc Pintat de Poblet, que ofrece un itinerario mágico en el que a uno se le aparecen setas pintadas en los árboles y grandes motivos oníricos del mundo silvestre.

Foto | Nathan Still

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