A finales de enero de 2020, Corea del Norte decidió cerrar sus fronteras como medida preventiva ante la propagación del COVID-19. Esta decisión buscaba proteger al país de una pandemia que se expandía rápidamente por el mundo. Durante los cinco años siguientes, el régimen mantuvo un aislamiento casi total, limitando al máximo la entrada de extranjeros y el contacto con el exterior.
Sin embargo, recientemente, el país ha comenzado a mostrar señales de apertura. En febrero de 2025, un pequeño grupo de turistas extranjeros, procedentes de países como Singapur, Australia, Alemania y Rumanía, tuvo la oportunidad de visitar la región de Rason, una zona económica especial situada en el noreste del país, cerca de las fronteras con China y Rusia. Este grupo fue organizado por agencias de viajes como Koryo Tours y Young Pioneer Tours, ambas con sede en Pekín y, por las imágenes que han trascendido, tienen más de tour triunfal para contar cómo prospera Corea del Norte que de otro tipo de calado.
Los paquetes turísticos ofrecidos para visitar Rason tienen un costo que supera los 600 dólares. Durante su estancia, los visitantes pueden recorrer fábricas locales, escuelas, mercados y monumentos dedicados a los líderes históricos del país, Kim Il-sung y Kim Jong-il. Estas actividades permiten a los turistas obtener una visión más cercana de la vida cotidiana en esta región norcoreana.
El cierre de fronteras en 2020 respondió al temor de que el sistema de salud norcoreano, con recursos limitados, no pudiera hacer frente a un brote masivo de COVID-19. Además, el régimen buscaba mantener su narrativa de control absoluto y evitar cualquier desestabilización interna que pudiera surgir a raíz de la pandemia.
La reciente apertura al turismo, aunque limitada, sugiere un intento de Corea del Norte por revitalizar su economía y obtener divisas extranjeras. Antes de la pandemia, en 2019, el país había recibido alrededor de 300,000 turistas, de los cuales el 90% eran chinos. La reanudación de actividades turísticas, aunque sea en una escala reducida y controlada, podría indicar una estrategia para mitigar el impacto económico del aislamiento prolongado.

Es importante destacar que, aunque se han dado estos primeros pasos hacia la reapertura, las visitas se concentran exclusivamente en la región de Rason. No se han autorizado viajes a otras áreas del país, como la capital, Pyongyang. Esta reapertura parcial refleja la cautela del régimen al permitir la entrada de extranjeros, garantizando que el control y la supervisión sean estrictos en todo momento.

La comunidad internacional observa con interés estos movimientos, ya que podrían ser indicativos de futuros cambios en la política exterior y económica de Corea del Norte. No obstante, es fundamental considerar que cualquier visita al país debe realizarse bajo las estrictas regulaciones impuestas por el gobierno, y siempre a través de agencias de viajes autorizadas.
Lo que sí sucede, como algunos medios apuntan, es que la medida de Pyongyang está enfocada a paliar, en cierto modo, las débiles arcas del país asiático, permitiendo que la recuperación del turismo sirviera para aumentar la entrada de divisas.
Pero la población general, como explica a la BBC Joanna Hosaniak, de la Alianza de Ciudadanos por los Derechos Humanos de Corea del Norte, apenas se ve beneficiada por la llegada de turistas: “Esto no es como el turismo en otros países pobres, donde la población local se beneficia de los ingresos adicionales. La gran mayoría de la población no sabe que estos turistas existen. Su dinero va al Estado y, en última instancia, a sus fuerzas armadas”.
Imágenes | Roman Harak (Flickr), Uri Tours (Flickr) y Micha Brändli (Unsplash)