Lo que tenía visos de ser una inocente fiesta en la playa ha acabado convirtiéndose en un conflicto diplomático entre Sri Lanka y Rusia. ¿Los motivos? Incluir dentro de la invitación a la fiesta ciertos requisitos, a modo de derecho de admisión, donde no solo aparecía cómo había que vestir, sino que iba mucho más allá, apelando a un control facial donde solo se podía entrar siendo blanco.
A las afueras de la ciudad de Galle, una zona muy turística de Sri Lanka, un país insular muy cercano a las costas de India, los organizadores de la fiesta dentro de Sarayka Club dispusieron en su flyer que no sólo se debía ir vestido de blanco, acorde a la temática de la fiesta, sino que habría un control en la puerta donde sólo las personas blancas serían bien recibidas.
El hecho, del que se hace eco el portal MixMagAsia, supuso la rápida cancelación de la fiesta —programada para el 24 de febrero— y propició que la empresa organizadora se lamentase en sus redes sociales, insistiendo en que no se trataba de un acto de racismo, sino que sólo se pretendía reunir a los expatriados que viven en Sri Lanka.
Lo cierto es que la cancelación del evento o las disculpas del club sirvieron de poco. Pronto, sus redes sociales fueron borradas, a pesar de que también debió salir al quite la embajada de Rusia en Sri Lanka, que se expresaba con firmeza en un comunicado en 'X', la red social antes conocida como Twitter, en el que "condena enérgicamente la discriminación racial y el nacionalismo".
No obstante, a pesar de haber reculado, tanto desde la organización como con la ayuda de las autoridades de la embajada, Sri Lanka fue mucho más tajante y decidió tomar una medida cautelar. A través de la Autoridad para el Desarrollo del Turismo de Sri Lanka, el país decidió declarar la suspensión de las prórrogas gratuitas para los visados de larga duración para turistas rusos y ucranianos desde el pasado 23 de febrero.
Concediéndose un período de gracia para obtener nuevos visados —hasta el siete de marzo—, las autoridades esrilanquesas abrieron una nueva vía para que los afectados, si lo desean, puedan permanecer en el país "pagando 50 dólares por un nuevo visado de 30 días".
La cantidad, más allá de lo aparentemente simbólico, es relevante pues se estima, según fuentes de MixMagAsia, que en Sri Lanka hay alrededor de 300.000 turistas rusos, además de otros 30.000 visitantes ucranianos, por lo que la renovación de los visados no es una cantidad desdeñable en términos totales.
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