El Lago de Como es uno de los tótems del turismo de naturaleza en Italia. Sin embargo, el país vecino tiene majestuosos lagos en varios puntos de su geografía y vale la pena acercarse a conocerlos para dejarse sorprender por los matices de lo menos conocido.
De hecho, hay uno de estos lagos que despunta, uno por la ausencia de vorágine turística de sus vecinos más populares, y dos por su propia belleza intrínseca. Este es el Lago Orta.
Este rincón de tranquilidad alpino, situado en el Piamonte, ofrece una experiencia de lujo slow y auténtico, perfecto para quienes buscan un escape sereno rodeado de belleza natural.
Calma padana
Este lago se considera, de hecho, como uno de los puntos más tranquilos de toda la llanura padana, y anteriormente se conocía como Lago di San Giulio. Las ciudades vecinas a este lago son, de hecho, Orta San Giulio, Pettenasco, Miasino, Gozzano, San Maurizio y Novara, entre otros.
A diferencia del bullicioso Lago de Como, el Lago Orta invita a disfrutar de su atmósfera relajada y menos concurrida. Sus aguas reflejan colinas verdes y encantadoras villas de colores, mientras que Isola San Giulio, una pequeña isla con una basílica medieval, añade un toque de misticismo al paisaje.
De hecho, en San Giulio, la plaza Motta es una visita obligada a sus casas decadentes pero con un toque de color, donde la alegría trata de abrirse paso pese a las frías corrientes alpinas que sobrecogen al visitante.
Este entorno convierte al Lago de Orta en un espacio ideal para los amantes del senderismo. Rutas como el Sacro Monte de Orta, declarado Patrimonio de la Humanidad, combinan historia, arte y paisajes inolvidables. Caminar por sus senderos es una experiencia que conecta con la esencia más pura de la Italia más auténtica.
Una isla-monasterio
Una de las joyas de este entorno es la bonita isla-monasterio que se encuentra en el centro del lago, una guinda en el pastel que hace que la vista del espacio sea todavía más pintoresca de lo común.
La región está impregnada de cultura y gastronomía de alta calidad. Los restaurantes y tiendas de comestibles a orillas del lago ofrecen lo mejor de la cocina piamontesa, desde trufas hasta vinos de la región.
Además, los hoteles boutique y spas de lujo aseguran una estancia de lo más exclusiva. En realidad, este enclave lucha por no posicionarse como turismo de masas, sino que quiere llamar la atención de un visitante menos masificado y a cuentagotas.
Foto |Andrea Piacquadio y SHVETS production