Llega la bajada generalizada de temperaturas y no hay nada que apetezca más que resguardarse a comer platos contundentes que nos reconforten en una mesa en buena compañía.
En este cometido no vale cualquier opción, pues ni todos los platos son lo mismo, ni todas las compañías, y mucho menos las vistas pintorescas del lugar donde nos paremos a comer.
A tan solo una hora de Madrid se encuentra un pueblo que no solo presume de ser uno de los más bonitos de España, sino que también es famoso por su excepcional lechazo.
Este rincón, que combina encanto histórico con una oferta gastronómica exquisita, se ha convertido en una parada obligatoria para los amantes de la buena comida y las escapadas rurales de fin de semana.
Se trata de Pedraza, una localidad con origen en el siglo XIII con un castillo imponente y calles que nos transportan hasta la edad media. Partiendo de una bonita plaza Mayor, el pueblo tiene mucho más que ofrecer que un conjunto arquitectónico con historia.
Este pueblo destaca por sus calles empedradas, sus casas de piedra y una iglesia que parece salida de un cuadro renacentista. Cada rincón invita a perderse y disfrutar del tiempo, pero lo que realmente lo hace especial es su tradición culinaria, con el lechazo como plato estrella. Preparado de manera artesanal en hornos de leña, este es un plan que vale la pena considerar.
Conscientes de que le ofrecen al visitante de fin de semana un plan completo, los restaurantes del pueblo se esmeran en ofrecer una experiencia con toda la carne en el asador. Aquí el lechazo se sirve acompañado de ensaladas frescas y vinos de la zona, completando una comida que muchos tardan en olvidar.
Sus paisajes naturales y su ambiente tranquilo lo convierten en un destino ideal para el turismo slow, con rutas de senderismo cercanas, talleres de artesanía local o y bocanadas de aire libre en la plaza central a contemplar la vida pasar.
De hecho, aparte del Castillo de Pedraza, en el que se instaló el famoso pintor Ignacio de Zuloaga (tras comprarlo), destaca la calle Real y la calle Mayor, estrechas y empedradas, así como la iglesia de Santa María y la puerta de la Villa que da acceso al conjunto amurallado.
Foto | Turismo Castilla y León