Si allá por el año 1999 tenías uso de razón, veías la tele más o menos con frecuencia y te gustaba el fútbol, seguramente te sonará el monasterio del pueblo de Cuenca del que hoy te venimos a hablar. Si no se cumplen ninguna de las tres premisas, estás de suerte, porque hoy vamos a desbloquear un recuerdo televisivo que, además, constituye uno de los ejemplos más monumentales de arquitectura religiosa en esta provincia de Castilla-La Mancha.
No en vano, al monasterio de Uclés, nuestro protagonista, se le conoce popularmente como El Escorial de la Mancha. Erigido sobre el cerro de El Portillo, a las afueras del pueblo, esta impresionante edificación a mitad de camino entre castillo, fortaleza y convento debe su singular imagen a que sirvió para todos esos fines a la vez.
Clave durante la Reconquista en el siglo XII, el monasterio fue ofrecido a la Orden de Santiago, que lo convirtió en su casa principal, motivo que propició el crecimiento eclesiástico de la construcción —originalmente sólo el castillo— como la edificación de la propia iglesia o sus dependencias.
No obstante, sería ya en el siglo XVI cuando el monasterio iniciara su período de gran esplendor, que continuaría hasta ya entrado el siglo XIX. Como muestra del poderío de la Orden de Santiago, el monasterio de Uclés —un pueblo que hoy apenas cuenta con 240 habitantes— se aprecian distintos estilos arquitectónicos, cada uno de perfiles muy distintos, donde se van viendo las propias modas constructivas.
De esta manera, en su monumentalidad coexisten tres improntas de arquitectura fuertemente castellana como son el plateresco, el herreriano y el churrigueresco, siendo un escenario predilecto para los amantes de la historia del arte española, pues aquí se pueden apreciar muy distintos estilos en el mismo escenario.
El ala este del monasterio se comienza a levantar a mediados del siglo XVI —correspondiente con la gran eclosión del edificio— y es plateresca, de ahí que muchos detalles se asocien también al monasterio de El Escorial. Sin embargo, la iglesia, dispuesta en el ala norte, se remata a comienzos del siglo XVII y ya es de estilo plenamente herreriano. Más adelante, ya muy entrado el siglo XVII, se termina el resto de la construcción bajo los tintes del barroco, incluyendo una fachada churrigueresca que se atribuye al arquitecto Pedro de Ribera.
Con toda la loma del cerro de El Portillo ocupada por el monasterio y por el castillo, el conjunto concede una imagen panorámica sensacional, y desde la que luego se domina la vista del pueblo. Con un sinfín de usos, el monasterio de Uclés luego pasó por las vicisitudes decimonónicas con la desamortización de Mendizábal, cuando se abandonó el uso religioso. A partir de ahí, el conjunto también sirvió como tribunal, como hospital, como prisión e incluso como campo de concentración durante la Guerra Civil.
Ya tras la contienda recuperaría su uso eclesiástico como seminario, así como colegio e internado para enseñanza primaria. Por fortuna, el monasterio es visitable en muchas de sus dependencias, por lo que es una visita más que recomendada a medio camino entre Madrid y Cuenca.
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