En la vida, como en el turismo, hay mucho voyeurismo. "Solo estoy mirando" es una frase con la que los trabajadores del Colmado Múrria, toda una institución en Barcelona, lleva lidiando años.
Abierto en 1898, el Queviures Múrria se ha convertido en el imán de miles de turistas que pasan ante sus puertas, convertidas en todo un reclamo turístico que, a pesar de la propiedad, sólo pretenden entrar a mirar y no gastar nada.
Para ello, con la intención de evitar medidas indiscretas y mirones que sólo quieren hacer un par de fotos e irse, la propiedad ha diseñado una estrategia disuasoria que, explican desde betevé, es poco rentable pero muy efectiva.
Situado en el número 85 del carrer Roger de Llúria, en pleno corazón del Eixample, Queviures Múrria ha encontrado en la cartera de los viandantes la forma perfecta de evitar que decenas de curiosos se cuelen aquí a diario.
En los tiempos de internet y las redes sociales, nada tan efectivo como un cartel en inglés en la propia puerta con una sutil advertencia: "Visit just looking (inside), 5 € x person, thank you", 'invitando' a que el que quiera entrar sólo a mirar pague una entrada por cinco euros.
Lo que explican es que han conseguido que los mirones dejen de entrar y, además, explican que realmente no están cobrando a nadie por finalmente pasar y hacer unas fotos, pero consiguen evitar moscones con una medida tan simple como eficaz que surgió como una broma entre los trabajadores, hartos del just looking.
Imágenes | Queviures Múrria
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