¿Qué importancia tiene para vosotros el diseño de la carta en un restaurante? Debería al menos cumplir su función básica de informar sin confusiones sobre los platos y bebidas del local, pero cada vez se valora más un diseño original. Detrás de un menú original a veces se esconden algunos secretos para motivar al cliente a gastar más.
Un restaurante o cafetería es un negocio más, así que no sorprende comprobar que sus responsables busquen el mayor beneficio posible. En Thrillist lo han comprobado tras conseguir que el Culinary Institute of America desvelara algunos de los trucos que emplean los diseñadores de cartas y menús para fomentar un mayor gasto entre sus clientes.
La mayoría de recursos provienen de conclusiones obtenidas tras realizar diversos estudios sobre el comportamiento y la psicología de los clientes en un restaurante. En ocasiones, pequeños detalles aparentemente insignificantes nos pueden afectar en la toma de decisiones sin que nos demos cuenta.
Por ejemplo, parece ser que si se incluye el símbolo del dólar o de euro junto a los números de los precios, nos da la impresión de que todo es más caro y tendemos a elegir los platos más baratos de la carta. Es como si ver el símbolo del dinero nos avisara de que hay que tener cuidado con no gastar demasiado.
Las cartas largas y abultadas suelen tener efectos negativos sobre los comensales, especialmente sobre los más indecisos. Esto deriva de una característica bien conocida de la mente humana: cuantas más opciones tenemos para elegir algo, menos satisfechos estaremos con nuestra elección. Si podemos elegir entre demasiados platos diferentes, dudamos mucho, y al final suele ser habitual tener la sensación de que quizá nos estaremos perdiendo otro plato mucho mejor.
Parece ser que un comensal medio en Estados Unidos suele tardar una media de 109 segundos en leer toda la carta, y prefiere poder contemplar todos los platos al mismo tiempo. Por lo tanto, los menús que parecen libros y te obligan a estar pasando varias páginas, al final pueden afectar negativamente a las impresiones del cliente sobre la propia comida.
¿Y cómo estructurar todos los platos? En primer lugar, se recomienda que la carta de un restaurante medio ofrezca al menos 10 aperitivos y/o entrantes, 10 platos principales y no más de 6 postres, incluyendo al menos una opción vegetariana en cada apartado.
Es conveniente dejar los postres para una carta secundaria que se ofrecerá al cliente una vez haya terminado con su comida. Si un comensal ve un postre apetecible antes de pedir su comanda, podría preferir evitar los entrantes o platos más grandes pensando ya desde el principio en hacerse un hueco para el postre.
El nombre de cada plato tiene que estar bien destacado para llamar la atención del público, pero incluyendo debajo una descripción con los ingredientes en letra más pequeña, mucho mejor en minúsculas. Esto parece centrar el interés del comensal, que además espera leer los posibles alérgenos de cada plato. Si tiene dudas sobre lo que pide, puede afectar al disfrute de su comida.
Hay otro pequeño truco de diseño en cuanto a los precios. Obviamente, tienen que estar incluidos en la carta, pero se consigue que la impresión del cliente sea menor si el número aparece inmediatamente después del nombre del plato, con pocos espacios. Colocar los precios en una columna, tras una larga serie de puntos o líneas, se hacen demasiado visibles.
Por último, resulta curioso un estudio que indica que solemos mirar primero la parte superior del centro de la página derecha, y luego desviamos la atención a la izquierda. Esto puede ser interesante para el restaurante si quiere destacar algunos platos de su carta, pero procurando no poner en ese lugar los más caros, pues al verse los primeros es poco probable que el cliente los elija.
Yo añadiría el añadir los impuestos en los precios indicados. Personalmente me da mucha rabia encontrar esa frase diminuta que avisa de que no están incluidos, y me hace pensar que al final el precio de la cuenta subirá demasiado. Aunque no sé si será sólo cosa mía, puede que adelgazar un poco los precios mueva a otra gente a gastar más.
¿Os sentís identificados con algunos de estos comportamientos? ¿Creéis que realmente estos estudios psicológicos nos pueden afectar a la hora de gastar más o menos? Quizá con la crisis nos hemos vuelto consumidores más críticos, pero yo al menos no volveré a mirar igual la carta de los restaurantes.
Vía | Thrillist Imágenes | The Falcondale, Alpha, Beatrice Murch, Roger Wollstadt, Matt PEK En Directo al Paladar | Las críticas online de restaurantes pueden ayudar a localizar intoxicaciones alimentarias