Logroño, la capital de La Rioja, es uno de esos lugares gastronómicamente bendecidos donde las barras y el vino son santo y seña. Coqueta, histórica y fácil de recorrer, la ciudad más grande de la comunidad riojana es, a su vez, un destino predilecto para los amantes del enoturismo.
Sin embargo, puede que otros perfiles de viajeros se pregunten si merece la pena visitar Logroño. Encantos para hacerlo no le faltan. No hablamos solo de la archifamosa calle Laurel, seguramente una de las rutas de pinchos más conocidas de España junto al Tubo de Zaragoza o al Barrio Húmedo de León.
Aunque sea la calle Laurel la que recibe la fama, lo cierto es que no está sola, pues la confluencia con la calle San Agustín, perpendicular a Laurel, también es más que destacable por su movimiento hostelero.
Esto podría hacernos pensar que solo merece la pena visitar Logroño si nos interesan los bares, el poteo y las barras. Para mí, habiendo ido unas cuantas veces a Logroño, tanto de joven como de no tan joven, la capital riojana es un destino al que siempre iría como visitante.
Si bien es cierto que su ocio ha eclipsado a otros encantos que Logroño tiene, no menos cierto es comprobar que también es un destino perfecto para pasar un fin de semana en muchas circunstancias.
De hecho, me parece un destino más que recomendable para grupos pequeños de amigos, así como para visitar en familia o en pareja, pues Logroño tiene un tamaño medio muy accesible, que permite ser recorrida con facilidad. También es una ciudad bastante llana, lo cual facilita el movimiento para grupos de edad muy dispares.
No solo eso, claro. Logroño también tiene un encanto arquitectónico de ciudad del norte donde el casco antiguo y determinados elementos históricos como la Concatedral, la Muralla del Revellín o el Paseo del Espolón nos llama.
Aunque hay épocas del año más duras para visitarla, especialmente en invierno, donde los que teman al frío húmedo –el Ebro manda– quizá no se encuentren especialmente cómodos. Sin embargo, en primavera, verano y otoño me parece una ciudad muy aconsejable para dejarse caer uno o dos días.
También porque a ese carácter de fácilmente paseable se suman atributos naturales como el Parque del Ebro o las caminatas que invitan a recorrer el Puente de Piedra.
¿Merece la pena visitar Logroño?
Sí, decididamente sí, aunque no te guste el vino y el ocio nocturno de la calle Laurel te pueda saturar. De hecho, se puede descubrir Logroño sin necesariamente pasar por sus bares.
Por eso, sí merece la pena visitar Logroño en la mayor parte de los casos, tanto en pequeños grupos de amigos como familias o parejas. Lo que no recomiendo, especialmente si se pretende salir a machete, es visitar Logroño como despedida de soltero.
Realmente porque tampoco me gustan las despedidas de soltero ni el tipo de ocio o turismo que generan, pero también porque en muchos bares y locales de Logroño advierten de que no sirven ni aceptan despedidas de soltero. Así que, quien avisa no es traidor. Si aún así vas a hacerlo, mejor no ir disfrazado e intentar disimular.
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