La España vaciada lucha contra el abandono de centenares de pequeñas poblaciones repartidas por todo el interior peninsular, pero a veces se producen los pequeños milagros que revitalizan incluso al pueblo más inusual. Así sucedió en la década de 1970 con Somaén, uno de los pueblos de Soria que más pasan desapercibidos, pero que bien se merece una escapada con pernoctación incluida para descubrir toda su belleza y encanto.
De origen medieval y con un posible primer asentamiento árabe, Somaén se encuentra situado entre entre las localidades de Medinaceli y Arcos de Jalón, en la comarca homónima de este último, en una posición estratégica que permitía vigilar y controlar toda la zona del desfiladero del río Jalón, cuyas aguas discurren a los pies de la villa. El visitante que se acerque a conocerlo avistará su inconfundible castillo en lontananza, al que probablemente precedió una primera atalaya árabe antes de la construcción definitiva ordenada por el primer conde de Medinaceli.
La población surgiría a sus pies ocupando todo el terreno escarpado que baja desde el cerro hacia el río, desplegando un trazado escalonado típicamente medieval de calles irregulares, sinuosas y empedradas, que se mantienen casi detenidas en el tiempo a día de hoy. Un pequeño núcleo rural que prosperó gracias a la actividad ganadera con la cría de cabras, la producción de objetos de mimbre y la agricultura, pero que fue en decadencia con la entrada del siglo XX. Según el censo de 2023, el pueblo apenas cuenta con 44 habitantes censados, y podrían ser incluso menos, o ninguna, si no se hubiera obrado el milagro que lo rescató.
Declarado Monumento Nacional en 1949, el castillo militar de Somaén llamó la atención del arquitecto madrileño Manuel de la Torre Álvarez, quien adquirió la propiedad en 1976 gracias a una subasta pública para rehabilitarlo y darle una nueva vida. Porque la arquitectura, si no cumple su función pública y social de servir al ser humano, pierde el sentido de su existencia y termina cayendo en la ruina y el olvido.

De la Torre restauró el edificio y lo rehabilitó por completo para convertirlo en posada, inaugurado poco después como Posada Santa Quiteria, un hotel rural lleno de encanto y comodidades que mantienen el espíritu medieval tradicional de sus orígenes, pero con todas las comodidades que se pueden esperar en el siglo XXI. No contento solo con eso, el arquitecto adquirió también varias casonas situadas en Barrio Alto, en estado de ruina, reconvirtiéndolas asimismo en alojamientos rurales de lujo con jardines.
Así, el pueblo mantiene su vida y actividad como destino rural que casi pasa desapercibido, pero que conquista a sus visitantes por la belleza y el encanto tan particular de una villa cargada de historia, situada además en un entorno repleto de atractivos paisajísticos y recursos naturales. Además de recorrer el propio pueblo de arriba abajo y contemplar sus viviendas tradicionales, Somaén alberga puntos de interés patrimonial como la iglesia de Nuestra Señora de la Visitación, las ermitas de La Soledad y de San Antonio, además de los miradores y enclaves naturales que rodean la villa regalando vistas espectaculares.
La zona es perfecta para hacer una parada en el Camino del Cid o practicar turismo activo con rutas senderistas o ciclistas en las magníficas Gargantas del Jalón, zona en la que además se pueden contemplar muchas especies de fauna avícola. Además, quienes hagan escala en el pueblo pueden aprovechar la poza natural situada a la salida del mismo para refrescarse en verano.
Imágenes | Turismo de Soria - Diego Delso