Puede que sea la francesinha el sándwich estrella de la ciudad de Oporto. Una devoción que hace que los propios portuenses se toman muy a pecho, siendo habitual quedar algún día de la semana a entregarse al más gocho de los sándwiches.
Sin embargo, no hay menos adeptos a una mezcla entre bocata y montadito que inventó en 1962 la Cervejaria Gazela (Travesia do Cimo de Vila 4, al lado de la Praça da Batalha) y que ha expandido la fama del cachorrinho por toda la ciudad. Oficialmente, un cachorro en Portugal es un perrito caliente, pero el cachorrinho no es exactamente un hot dog. O no a la manera estadounidense de conocerlo.
En Gazela la película cambia radicalmente, razón por la que también ha conseguido que con el nombre Cachorrinhos de Gazela muchos españoles se echen las manos a la cabeza pensando que la especialidad de la casa es comerse las tiernas crías de la gacela.
Por suerte, nada más lejos de la realidad, aunque viniendo de un país donde amamos el lechazo, el cabrito y el cochinillo, quizá no estemos en la tesitura de ponernos demasiado tiquismiquis con la semántica.
Sin embargo, los auténticos Cachorrinhos de Gazela son un tótem del fast food portuense, elaborados de 1962 y cuyo secreto —si se puede llamar así— es una salsita picante que los hace todavía más adictivos. No pica mucho y parece tolerable en estándares españoles, pero sabiendo que hay un público cada vez más numeroso en la ciudad, decidieron poner también una versión sin picante.
En cualquier caso, el cachorrinho de Gazela es una versión cañí de un perrito caliente. Hay pan, hay salchicha y hay una salsa. Siendo puristas nadie podría decir que no se trata de un perrito caliente, pero sí que tiene una vueltita de tuerca muy sabrosa que, para mí, lo hace infinitamente mejor.
Cómo se hace un cachorrinho de Gazela
Los míticos Cachorrinhos de Gazela.
Lo primero con lo que se cuenta es con un pan tipo baguette o montadito, partido a la mitad, y sobre el que se distribuye de manera generosa el relleno de dos longanizas frescas distintas.
Una es una salchicha convencional, como las que podemos encontrar en España. La otra es lo que se conoce como linguiça, que es también una especie de longaniza solo que tiene un toque ahumado, además de ajo y pimentón, que es más sabrosa. Ambas se montan y se cocinan en la plancha brevemente.
Tras este proceso, se pinta la salchicha con una mezcla de mantequilla clarificada y piri piri, un picante muy popular en Portugal —protagonista del frango piri piri— y que no es otra cosa que una colección de especias y algún chile. Tras pintarse, se coloca encima una loncha de queso fundente, que cubra bien toda la carne, se pone el pan y se vuelve a cerrar el grill hasta que el pan está crujiente.
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Después se corta y se sirve bien emplatadito, enamorando por igual a portuenses y turistas, viendo una curiosa mezcla de parroquianos en la Cervejaria Gazela entre portugueses y viajeros en la misma y abarrotada barra.
Imágenes | Jaime de las Heras
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