A 70 km de Guadalajara, en el extremo oeste del Sistema Central, se encuentra un pequeño pero encantador pueblo de gran belleza y llamativa historia. Pasear por sus calles de piedra, rodeadas de la imponente naturaleza que preside el imponente Pico Ocejón, es todo un viaje en el tiempo que, de no ser por un proyecto muy especial, habríamos perdido para siempre.
Nos situamos en Umbralejo, uno de los más singulares Pueblos de la Arquitectura Negra que forman este conjunto único en Guadalajara, ejemplo de la conocida como arquitectura negra. Pero que el apelativo no lleve a engaño, pues cada uno de los ocho pueblos se revelan como preciosas villas medievales casi salidas de un cuento donde la piedra es la protagonista.
Y así se formó Umbralejo, con progresivas construcciones de cuarcita y pizarra que fueron perfilando su irregular trazado, típico de las localidades rurales de montaña, a partir de unas primitivas cabañas de pastores.
Los habitantes que otrora dieron vida a Umbralejo se dedicaban fundamentalmente a la ganadería y los cultivos de secano (centeno, trigo, cebada, legumbres), dada la dureza del suelo y escasez de agua a esa altitud, sumándose posteriormente la producción de carbón vegetal.
Pero a mediados del siglo XX, el pueblo sufrió el mismo fenómeno que tantos otros de nuestro país, el éxodo rural que que desembocaría en un abandono prácticamente absoluto de todas sus viviendas a finales de los años 60, debido a la falta de servicios, crisis económica y aislamiento que sufría su población.
En las décadas siguientes sufriría los estragos naturales del paso del tiempo en un clima tan agresivo como el de montaña, con inviernos muy largos y fríos, temiéndose por su ruina y desaparición. Hasta que en la década de 1980 el Ministerio de Medio Ambiente lo adquirió para convertirlo en un Aula de Naturaleza, dentro del Programa Experimental de Recuperación de Pueblos Abandonados.
Reconstruidas las casas, calles y otras edificaciones, perfectamente rehabilitadas respetando su diseño, materiales y estructuras originales, hoy Umbralejo tiene nuevos habitantes que le han dado una nueva vida al pueblo, jóvenes estudiantes y profesores que realizan estancias temporales bajo proyectos de educación ambiental, salud, convivencia y recuperación etnográfica.
Y así Umbralejo volvió a renacer, permitiendo ahora que los visitantes que se acerquen al bello entorno del Parque Natural Sierra Norte lo incluyan en la ruta de los 'pueblos negros' como destino imprescindible. Solo pasear por sus calles de piedra y conocer los 70 edificios rehabilitados, entre casas y pajares, ya merece la visita, que no puede terminarse sin recorrer el museo etnográfico, instalado en una antigua vivienda original.
Si las condiciones climatológicas lo permiten, pues el invierno en esta zona montañosa puede ser muy traicionero, la visita se puede completar con rutas de senderismo y paseos en los alrededores, donde la naturaleza parece aislada en el tiempo.
Guía de la arquitectura negra de Guadalajara
Fotos | CENEAM - Arturo Francisco Barbero