Restaurante Entrecopes de Tarragona

Entrecopes es un restaurante que está situado en la parte alta de Tarragona, de ambiente acogedor y elegante. Presume de ser un restaurante con una cocina de corte mediterráneo, que combina platos clásicos y creatividad, de lo que ya no presume y sin embargo también podría hacerlo es del cordial y atento trato a su clientela, donde todos están dispuestos a aconsejar y guiar a sus clientes en la elección de un plato o de cualquiera de los vinos de su extensa carta.

Entrecopes ofrece algo más que una extensa y cuidada carta, también organiza actividades diversas como catas, degustaciones, maridajes o días temáticos.

Como siempre que visito un restaurante, y si este da la oportunidad, me gusta escoger un menú degustación, ya que tengo la sensación que es el menú en el que el chef ha escogido, lo que sabe, sus mejores platos. Entrecopes tiene en la carta dos menús degustación a dos precios distintos, nosotros escogimos el de 36 euros y disfrutamos una gran variedad de platos, ya que está pensado para mesa completa, a pesar que nuestra mesa solo era de dos personas.

Después de acomodarnos, revisar la carta, escoger el menú y dejarnos aconsejar sobre el mejor vino que podíamos elegir teniendo en cuenta nuestros gustos y nuestros bolsillos, enseguida empezaron a desfilar ante nosotros una serie sabrosos platos, perfectamente presentados.

Los aperitivos consistían en un suave y cremoso ajo blanco, un salpicón de pulpo y unas tostadas de pan de pasas con foie con un toque de reducción de vinagre balsámico y una pizca de cristal de sal.

También pudimos degustar dos clásicos muy resultones y muy bien preparados, un carpaccio y unos mejillones a la marinera.

Este rollo de salmón relleno de bacalao, sobre un un lecho de salsa y decorado con distintas chips de patata morada, remolacha, perejil y cebolla, resulto ser una delicia.

Cuando nos sirvieron un delicioso sorbete de chartreuse, estuve convencida que solo me quedaba por tomar el café, ya que a mí me pareció una manera muy refrescante de acabar la cena, pero me equivoque, no era el postre era para que limpiásemos nuestro paladar antes de comer el plato fuerte solomillo con salsa de Sichuan, que vi llegar pensando que se había equivocado el camarero de mesa, carita de sorpresa me quedo cuando se quedaron en la mesa.

Cuando llegó el turno de los postres, pensamos que los pobrecitos se quedarían allí sin probar enteritos, bueno eso lo pensamos mientras no los veíamos, cuando aparecieron en nuestra mesa el pastel de queso y el postre de chocolate, respiramos hondo, nos aflojamos dos botones del cinturón, y sin ninguna prisa los hicimos desaparecer. Nos dejamos arrastrar por la gula, pero no nos sentimos culpables, por lo que no tenemos perdón, ni falta que nos hace.